Lunes 24 de febrero de 2014 | 12:00
Murió Carlos Páez Vilaró
El artista uruguayo falleció esta mañana en Casapueblo a los
90 años, según confirmaron sus familiares; también dejó su huella en Buenos AIres,
donde vivía hace tres décadasExposición en el Museo de Arte de Tigre 2011. Foto: Archivo
"Murió hablando con su médico en Buenos Aires",
contó hoy su hijo Carlos en diálogo con Arriba Argentinos, de El Trece, sin
precisar los motivos de su muerte. "Estuvo hasta los 90 años lúcido,
trabajando", agregó.
En Punta Ballena, esta mañana ya izaron una bandera negra en
señal de luto en el frente de Casapueblo, esa "escultura habitable"
que Páez Vilaró modeló con sus propias manos sobre los acantilados que miran al
mar.
El pintor, escultor, muralista, escritor, compositor y
director nació en Montevideo el 1°de noviembre de 1923 y pasó gran parte de su
juventud en Buenos Aires, adonde volvió a instalarse hace unas tres décadas.
Casapueblo. Foto: Archivo
Páez Vilaró dejó su marca registrada en Punta Ballena con su
Casapueblo y también en Tigre, donde tenía desde hace 30 años su casa-taller
argentina, Bengala.
En la década del 40, tras su estadía en Buenos Aires, volvió
a instalarse en Uruguay para centrar su obra en temas del carnaval y el
candombe, orientación que lo vinculó a la comunidad afrouruguaya -y, en
especial, al conventillo "Mediomundo"- y que lo convirtió en una de
las figuras más representativas del carnaval uruguayo, donde participaba en
desfiles de las tradicionales "Llamadas".
En 1956 dirigió el Museo de Arte Moderno de Montevideo y fue
secretario del Centro de artes populares del Uruguay en 1958.
Entre sus murales figuran además los que decoran la sede de
la OEA en Washington, el hotel Contad de Punta del Este, hospitales chilenos y
argentinos, y los aeropuertos de Panamá y Haití.
La búsqueda de su hijo
Páez Vilaró estaba casado con Annette Deussen y era padre de
seis hijos, tres argentinos y tres uruguayos. Uno de ellos, Carlos, fue uno de
los rugbiers uruguayos que tuvo un accidente de avión en la cordillera de los
Andes en el año 1972, cuando el avión que los trasladaba a Chile se estrelló en
plena montaña.
El artista viajó a Chile y encabezó una emotiva operación de
rescate hasta finalmente encontrarlo vivo. Páez Vilaró relató esta situación en
su libro Entre mi hijo y yo, la Luna.
"Me instalé en Chile los tres meses y veía a Carlitos
vivo en todos lados. Le gritaba, corría a abrazarlo y no era él. Pero esa
certeza y la cadena de solidaridad espiritual hicieron que lo encontrara. Los
chilenos me dieron todo sin pedirme nada", recordó en una entrevista el
año pasado.
Sin maestros
"Mi vida ha sido siempre un intento. Intenté la pintura
sin maestros, intenté la cerámica sin ser alfarero, intenté la arquitectura sin
ser arquitecto, intenté la música y la cinematografía sin saber filmar. De
golpe, en África me vi con una cámara en la mano tratando de capturar imágenes
de sus revoluciones. He sido una aspiradora", dijo en una entrevista con
LA NACION con motivo de una muestra en Tigre con motivo de su 90° cumpleaños.
"Ha quedado obra en mi camino, he dejado un mural en
cada lugar que caminé, como un testimonio de mi pasaje. [...] Toda mi vida fue
un trueque. Necesitaba un pasaje de avión, un cuadro. Tenía que ir al dentista,
un cuadro. He ayudado a muchos amigos que lo necesitaban con cuadros. Y he
intercambiado. He sido un dador de obra. Le he puesto el precio de mis
necesidades de cada momento. Y eso me ayudó durante treinta, cuarenta años a
vivir", agregaba en julio del año pasado.
Su juventud en la Argentina
"Yo soy del medio del río", se definió en aquel
momento, sobre sus viajes por el mundo pero, principalmente, entre la Argentina
-donde pasó gran parte de su juventud- y Uruguay, su país natal.
"Mi primer intento de trabajo fue en la Argentina, en
la Fabril Financiera, de Barracas, y en una fábrica de fósforos en Avellaneda.
Yo era un muchacho lleno de ganas de viajar y de vivir, de sostener a mi
familia, y como buen valiente me tiré a cruzar el río. Porque para los
uruguayos el río es una tentación: queremos saber si lo que dice Gardel en sus
tangos es verdad. Así que crucé a Buenos Aires, en una noche llena de tristeza
por haber dejado a mis padres. En Avellaneda toqué el timbre de una fábrica. Y
la puerta se abrió mágicamente. A los uruguayos nos quieren mucho. Tuve mi
primer empleo, ganando 30 centavos la hora. Después partí a Córdoba, recorrí la
provincia vendiendo velas con mi valijita. Y luego, en la Fabril Financiera, se
me abrió el universo del arte. En esa imprenta conocí a grandes dibujantes:
Lino Palacio, Dante Quinterno, Divito... Yo los admiraba. Quería ser como
ellos", recordó.
Sin embargo, más tarde, en un viaje a Uruguay que iba a ser
de apenas unos días decidió volver a instalarse en su país natal. Fue cuando
vio pasar a "una comparsa de negros, tocando con pasión". "Me
emocionó tanto que decidí quedarme e internarme en ese mundo de
afrodescendientes, en sus conventillos, como el Mediomundo, donde tanto
trabajé. Viajé a todos los países latinos donde los negros tenían presencia,
hasta que inevitablemente terminé en África. Visité país por país, hasta el
Congo. Pinté el palacio del presidente zulú y pasé grandes momentos. Y otros
difíciles, como cuando fui víctima de una persecución: pensaban que lo de
oriental del Uruguay era por comunista y me querían fusilar", relató.
Gato de puerto. Foto: http://carlospaezvilaro.com.uy/
fuente: LA NACION.COM
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En este blog EL BOLICHO, hemos publicado una pequeña biografía del artista uruguayo CARLOS PAEZ VILARO, el día 1 de noviembre de 2013, fecha que corresponde a su natalicio.
Para quienes deseen más información de este polifacético artista, pueden entrar a su página oficial, de donde son las fotos que la nota de LA NACION también ha puesto.
Está su biografía, y hay muchas fotos de toda su obra pictórica y cerámica. Además vistas maravillosas de Casa Pueblo:
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