CUANDO MUERA
Cuando yo muera,
ante todo,
quiero que no me coloquen crucifijo
ni se congreguen ante mí con los rostros
compungidos.
Morir?
Todos los hombres mueren
y pasan a nuevas residencias.
Francamente
no debe ser agradable esa esclavitud
rodeado de metal y de madera,
como un estúpido
al que no le dan los buenos días.
Encontrarme estirado, con las manos juntas
como animal encerrado
tiene muy poco de humano.
A mí me complacería
ser dejado en otro lado
y nunca en un cementerio,
silencioso, con olor a flores olvidadas
en ese lúgubre clima.
Cuando yo muera
quiero que me tiren en el campo,
sobre el pasto,
donde corra el viento
y el sol me clave sus brillantes dardos.
Es más saludable y libre
quedar tirado en el campo
y no entre cuatro paredes
como un muerto esclavizado.
Allá quedarán mis restos
junto a los pastos hermanos
y con el viento
en las tardes de verano
habrán de cantar
mi muerte llena de pájaros.
Así pasarán los días:
serán tierra de la tierra
jamás polvo esclavizado.
Morir,
morir qué más da,
si se muere a cada rato.
Eso sí, tengan presente,
ni crucifijo, ni llantos,
ni lutos, ni encajonado;
a mí déjenme en el campo
como si fuera
un animal que se aleja
para quedar bajo el sol,
andar libre con los vientos
y fecundar nuevos cantos.
NABOR ALVARO CORDOBA.
del libro: Paseo por la vida.
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