La Mesa del Café - Folklore
publicado en la página webb TODOTANGO.
rolandomoro 22/07/2015
"EL CEREZO
DE LA NODRIZA" (Leyenda Japonesa)
*Lafcadio Hearn*
Hace trescientos
años, en la aldea de Asamimura, distrito de Onsengôri, provincia de Iyô, vivía
un buen hombre llamado Tokubei. Este Tokubei era la persona más rica del
distrito y el jefe de la aldea. La suerte le sonreía en muchos aspectos, pero
alcanzó los cuarenta años de edad sin conocer la felicidad de ser padre.
Afligidos por la esterilidad de su matrimonio, él y su esposa elevaron muchas
plegarias a la diosa Fudô-myô-ô, que tenía en Asamimura un famoso templo,
llamado Saihôji.
Fudô no
desatendió sus plegarias, y al cabo de un tiempo la mujer de Tokubei dio a luz
a una preciosa niña a la que llamaron O-Tsuyu. No obstante, como la leche de la
madre era deficiente, tuvieron que contratar a una nodriza, llamada O-Sodé,
para que alimentara a la pequeña.
Pasaron los años,
y O-Tsuyu se convirtió en una hermosa muchacha. Por desgracia, a los quince
años cayó gravemente enferma y los médicos juzgaron inevitable su muerte. La
nodriza O-Sodé, que amaba a O-Tsuyu con auténtico amor materno, fue entonces al
templo Saihôji y fervorosamente rogó a la diosa Fudô por la salud de la niña.
Todos los días, durante dos semanas, acudió al templo y oró a la diosa; al cabo
de ese lapso, O-Tsuyu se recuperó súbita y totalmente.
Hubo, pues, gran
regocijo en casa de Tokubei, el cual decidió dar una gran fiesta para celebrar
el feliz acontecimiento. Pero en la noche de la fiesta, O-Sodé cayó súbitamente
enferma, y a la mañana siguiente, el médico que había acudido a atenderla
anunció que la nodriza agonizaba. Abrumada por la pena, la familia se congregó
alrededor del lecho de la moribunda para despedirla. Pero ella les dijo:
–Es hora de que
os diga algo que ignoráis. Mis plegarias han sido escuchadas. Solicité a
Fudô-sama que me permitiera morir en lugar de O-Tsuyu, y la diosa me ha
otorgado este favor. Por tanto, no debéis apenaros por mi muerte. Pero quisiera
pediros algo: le prometí a Fudô-sama que si me concedía mi petición, haría
plantar un cerezo en el jardín de Saihôji, en señal de gratitud y
conmemoración. Yo no podré plantarlo con mis propias manos, así que os ruego
que lo hagáis vosotros en mi lugar. Adiós, amigos míos, y recordad que me
alegro poder morir en lugar de O-Tsuyu.
Después de los
funerales de O-Sodé, los padres de O-Tsuyu plantaron un joven cerezo, el mejor
que pudieron encontrar, en el jardín de Saihôhi. El árbol creció sano, y el día
decimosexto del mes segundo del año siguiente, el aniversario de la muerte de
O-Sodé, se cubrió maravillosamente de flores. Continuó dándolas durante doscientos
cincuenta y cuatro años, siempre en el día decimosexto del mes segundo; y esas
flores, blancas y rosadas, eran semejantes al pezón del pecho femenino y
parecían rezumar leche. Y por eso la gente llamó a ese árbol Uba-zakura, el
Cerezo de la Nodriza.
*Lafcadio Hearn*
( Kwaidan),
Trad. Carlos Gardini, Madrid, Ediciones Siruela, 1989.
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