que gentilmente nos remitiera a nuestro pedido,
simplemente porque es una preciosura que debe ser difundido, como muchos otros poemas del grupo Las Pretextas, que Bibi coordina y es una de sus fundadoras.
Este poema está dedicado a otra enorme poeta, e hija, María Laura Coppié.
...........................................
ELLA
Ella,
la que camina
por
el medio del tornado
como
una novia por la alfombra roja.
La
de la frente alta, irreductible,
la
de la fe // desenterrada.
Ella
la bailarina,
la
diosa de las selfies,
la
enlutada jamás.
Ella,
la seductora,
la
libre, la radiante,
la
de la carcajada de maíz,
la
visible invisible.
Ella,
la indesistible,
la
empecinada ella,
la
imperdo-nan-te ella,
la
de bajar persianas igual que guillotinas,
la
delicada contundencia.
Ella,
la de manos de hada,
la
de boca que inventa
un
idioma de besos
con
sus muequitas rojas,
la
de uñas como pétalos,
la
de voz de marea,
la
dueña del arcón de la sabiduría,
la
de ojos feroces,
la
de ojos de alud y de rincones,
la
de ojos posando
para
el artista que entendió sus ojos.
Ella,
la amante, la amorable,
la
inolvidable desenamorada,
la
sin miedo, la sin tregua,
la
de fundar París en cada plaza.
Ella,
la ilimitada,
la
encielada, la entilada,
la
plena, la que sabe
apaciguar
mis miedos.
Ella,
la que me anima,
la
hija que me madra,
la
madre que alfarea
esas
dos autoestimas
que
de su amor dependen.
Ella,
miss universo de las gárgolas,
sereno
mascarón de proa
en
nuestra balsa a salvo.
Ella,
la misma, la sin dudas,
de
repente
desborda.
Como
un aljibe al ras que no tolera
el
peso de una hoja.
Y
llora / llora / llora / llora /
llora
/ llora / llora / llora / llora / llora.
los
demás dormires de la noche,
la
acuno y desenredo su pelo con los dedos,
la
acuno, le hablo apenas,
se
adormece y me echa,
dice
que nunca puede, que la deje.
Ella,
la poderosa, llora
toda
la madrugada y toda la mañana y todo el día,
y
todo su bañarse, su vestirse y salir.
Sin
edad, sin urgencia,
sin
que nada más exista
que
el automaticismo y el dolor infinito.
Hasta
agotar el llanto
que
acumula en silencio.
Y
tanto riego
le
decreta primavera en pleno otoño.
Y
reflorece // ella.
La
que sigo acunando sin tocarla.
La
ella mía, la ella de ella.
Ella
elleando,
como
si nada, como si todo,
como
siempre después de los diluvios.
Bibi Albert.
No hay comentarios:
Publicar un comentario