Tengo un puño cerrado y una mano tranquila
balanza inexacta para medir los días
y las tardes y las palabras afiladas de la noche
a veces pesa doble la tarea de lo mezquino
y me voy por el ala áspera de escamas
que derrama escapularios
sobre el miedo de mis hijos
me ayudan los ausentes
fantasmas milagreros que vistieron mis pies
y desnudaron mis ojos sólo por darme
una vereda tranquila
me nutren talismanes que guardo bajo llave
un nombre muy amado que beso
y reitero como mantra
a la hora de las despedidas
tengo también deidades
que despierto acaricio y con ellas me quedo
en la duermevela
tras un panteón que anuncia
piruetas increíbles de galgos y felinos
el orden de la dicha
se escurre por heridas que parecen abiertas
mi corazón lo sabe
lo demás es equilibrio casi un puente
entre la nada y el vacío.
del libro:
Si tanto te han herido
Jorge Paolantonio
Ediciones de la Garza Mora - 2016
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