RANKO FUJISAWA.
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UN TE CON RANKO FUJISAWA
Entrevista de LUIS ALPOSTA
publicada en la página webb TODOTANGO
CANCIONISTA
21 de julio de
1925Apodo: Rankita
Entre los
cantantes japoneses que fueron atraídos por el tango merece un capítulo muy
especial Ranko Fujisawa, a quien conocí la tarde del 12 de febrero de 1980, en
el café “Ten Roses” de Tokio. Durante aquel encuentro, mientras tomábamos el
té, Ranko me dijo que ése habría de ser el primer reportaje que un argentino le
hacía en su país.
Nacida con un
nombre que en japonés significa “flor de orquídea en el lago de las glicinas”,
se dedicó al estudio de canto y piano hasta los 18 años, ya que sus padres
querían que fuese cantante lírica.
Durante la guerra
tuvo que huir con su familia a Manchuria. A su regreso, una vez firmada la paz,
los Fujisawa debieron afrontar tiempos difíciles, de verdadera miseria.
«Comencé entonces
a trabajar en un club americano, donde cantaba clásico, pero lo que ganaba
apenas me alcanzaba para comer. De modo que empecé a incursionar en otros
géneros musicales: canciones populares japonesas, jazz y algunos temas
hawaianos. Al cumplir los 24 años ya había incluido en mi repertorio algunas
melodías de tangos europeos. Pero recién fui ganada por el tango argentino
cuando escuché por primera vez “La cumparsita”, interpretada por la Orquesta
Típica Tokio. Después de sentir una profunda emoción, decidí que debía cantar
esa música».
Ranko se vinculó
entonces con Masahico Takayama, un importante coleccionista de tangos y autor
de dos libros sobre el tema, quien le hizo escuchar discos de Azucena Maizani,
Mercedes Simone, Ada Falcón, Libertad Lamarque, Hugo del Carril y Carlos
Gardel.
«Para poder
lograr la verdadera entonación del tango argentino estudié, en un principio,
con Jorge Minoru Matoba, un especialista en música latinoamericana y sobre todo
en tango».
En esos tiempos,
en que aún canta en una orquesta que incluye en su repertorio, preferentemente,
melodías europeas, Ranko se casa con Shimpei Hayakawa, director de la Orquesta
Típica Tokio, quien no tardará en incorporarla en su orquesta para que cante
tangos en castellano.
«El primer tango
que canté fue “Caminito”». Según me cuenta Matoba, cantó acompañada por la
orquesta que dirigía su esposo, en 1948, a bordo de una fragata argentina.
«Terminada la gran guerra mundial, el Supremo Comando del general Mac Arthur en
Japón, para mantener el orden público abasteció a Japón de alimentos gratuitos,
y entre los países extranjeros, fue la marina de guerra argentina la primera en
acudir con dos transportes de trigo, cargados a pleno. Para agasajar a los
oficiales de la tripulación se celebró entonces una reunión campestre en la
residencia oficial del gobernador de la Prefectura de Kanagawa.
Ranko conversando
con Luis Alposta
«En verdad, los
oficiales y marinos que escucharon a Ranko aquel día quedaron maravillados, y
yo pedí entonces al capitán del barco que se sirviera disponer que ella pudiese
cantar en la Argentina. Esto dio origen a que años después Ranko y su esposo
Shimpei Hayakawa fueran invitados a la Argentina para cantar tangos,
contribuyendo así, mediante la música, a estrechar, aún más, los lazos de
amistad nipona-argentina».
En 1950, debutó
con la Orquesta Típica Tokio en el club “Ciro”, en Ginza, y uno o dos años
después hizo su primera grabación para el sello Victor-Japón.
Cuando le
pregunté sobre su viaje a Buenos Aires, Ranko sonríe y luego de entonar
levemente sus párpados, tal vez para convocar más fácilmente a los recuerdos,
me responde: «Viajé por primera vez a la Argentina a mediados de agosto de
1953. Iba acompañada de mi esposo, como simple turista, y pensaba quedarme
apenas un par de días, ya que Buenos Aires era una escala más de un recorrido
que abarcaba Hawaii, Estados Unidos, México y otros países. Pero mi estada se
prolongó dos meses, en gran parte por obra del azar: en el aeropuerto de Ezeiza
me estaba esperando el señor Landi, director de la emisora radial de onda corta
SIRA, quien me había escuchado cantar en transmisiones de radios japonesas. Me
sugirió que me presentase ante el público porteño; insistió tanto que,
finalmente, me convenció, y consiguió que debutara, acompañada por Aníbal
Troilo y Roberto Grela, en el teatro “Discépolo”. A esa función asintió el
presidente de la república, Juan Domingo Perón, y los temas que más me
aplaudieron fueron “Sur”, “Yira yira” y “Una lágrima tuya”.»
Aquella noche,
Troilo le dio la bienvenida con palabras que aún hoy, a más de treinta años de
distancia, conmueven a Ranko. La voz de Pichuco nos llega nos llega a través de
una vieja grabación:
«Con algo de
Malena o de Estercita, proyecta en Buenos Aires su emoción oriental, para
hacernos saber que allá, muy lejos, bajo la luna de un Oriente vestido de
pagodas, se respira la dulce cosa nuestra. Esa misma que encontró por Chiclana
o por Boedo, San Juan y Boedo antiguo, la misma de los lengues y del taco
repartiendo las rosas de los ocho sobre los patios pobres del parral y los
ladrillos. Mensaje del Japón que aquí llega, portador de un abrazo, en esta
figurita de mujer escapada acaso de un cuento de Pierre Loti. Mensaje que
recojo en nombre de mi pueblo y del que quieren ser eco mi bandoneón y mi alma.
Bienvenida muchacha, Buenos Aires, mi patria, el tango y yo, te declaramos
nuestra y te hacemos un lugar en el rincón más puro de la orilla. Esta noche,
tus ojos oblicuos y brillantes entran en la emoción, con la ganzúa de tu voz
japonesa, hasta el mismo cogollo de nuestro porteñismo. Un fuelle y una viola
te saludan en nombre de la patria.»
Esa exitosa
actuación despertó tal interés que varias radios porteñas se disputaron la
contratación de Ranko. Finalmente, el director de Radio Splendid logró que la
cantante japonesa actuara en dicha emisora durante todo un mes.
«Canté con el
acompañamiento de la orquesta estable de la radio, dirigida por Víctor Buchino,
y regresé al Japón con un nuevo contrato por dos meses más, para el año
siguiente. En 1954, volví a cantar en Splendid, acompañada por la misma
orquesta. Pero en esa oportunidad, también me presenté en el Teatro Nacional,
en varios clubes y en un show de Canal 7. Ese mismo año grabé en Buenos Aires,
para el sello T.K., “Nostalgias”, “Mama, yo quiero un novio”, “La morocha” y
otros temas en los que me acompañó la orquesta de Troilo, aunque sin la
presencia del maestro.»
Ranko viajó por
tercera vez a la Argentina en 1956, ocasión en la que estrenó “Recuerdos de
Buenos Aires”, un tema de Enrique Cadícamo con música de Shimpei Hayakawa, su
esposo. También en 1956, editó, en Japón, una obra autobiográfica titulada “Una
extranjera en el tango”.
Alposta, Ranko y
Shimpei Hayakawa
«Mi última visita
a su país, fue en 1964. En esa oportunidad, actué con la Orquesta Típica Tokio,
dirigida por mi esposo. Cantaban además Ikuo Abo y Hideko Auki. Recorrimos
también otros países sudamericanos en una gira que duró 10 meses. Después seguí
cantando en mi patria hasta que, en 1970, me retiré definitivamente de la vida
artística... Eso no quiere decir que me haya olvidado del tango: lo canto en
reuniones de amigos o, a veces, sola, en casa. Quien ha sentido correr por sus
venas ese ritmo apasionante no puede olvidarlo jamás».
Así terminó mi
reportaje a Ranko en el café “Ten Roses”. La vi de nuevo cuando, en febrero de
1981, reapareció ante el público japonés, acompañada en esa oportunidad por el
maestro Horacio Salgán. En junio del mismo año, volvimos a encontrarnos, pero
esta vez en Buenos Aires. Y fue con una cena que festejamos el encuentro.
La Orquesta
Típica Tokio se disovió en 1971 y su director falleció por un cáncer, en 1984.
Gracias a mi
amigo Mamoru, sé que el último recital suyo fue el 6 de septiembre de 1991 y
que luego del mismo, se mudó a la ciudad de Nagaoka, distante 300 km de Tokio.
fuente: TODOTANGO.
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