LA CREDENCIAL DE SANTOS NIEBLA
OSIRIS RODRIGUEZ CASTILLOS
La Patria era muy
gurisa
cuanco nació
Santos Niebla.
Hijo del fuego y
la sangre,
una mañana de
aquellas
en que al frente
de cien lanzas
el sol coronó las
sierras,
lo hallaron
gaucho; entre el huno
de un icendio de
carretas...
Alguien arrimó el
caballo,
sofrenó, y echó
pie a tierra.
En eso, por la
hondonada,
la cerrazón
traicionera
revienta en
fusilerías
enemigas; por la
cuesta,
sube un tronar de
tambores
y un frío de
bayonetas.
Un clarín, toca
"a degüello".
Los lanceros se
descuelgan
de la cumbre de
los cerros
desparramando las
piedras,
y al frente de
aquella carga,
remolinos de
melenas
donde el brillo
del coraje
muerde al viento
en las paletas,
va una lanza en
prodigiosos horizontes de fiereza,
y un gurí, ricién
nacido
sobre el pecho de
la gesta!
Pila de sangre
bendita,
lo bautizó,
Santos Niebla;
por la niebla de
la historia,
la cerrazón de la
tierra
y el polvo de
aquella carga
donde lo besó una
estrella!
Creció de
casualidá;
como un yuyo
entre las piedras.
Le pusieron de
tutor,
pa que no se
torciera,
una caña de
tacuara
con una moharra
nueva.
Pa no perderle
afición
la usaba de dos
maneras:
con medio clavo,
en la paz;
con medialuna en
la guerra!
Así lo vieron,
los años;
porque la
historia fué ciega.
Los muros de
Paysandú,
sintieron entre
sus grietas
calientes ríos de
sangre
del pecho de
Santos Niebla,
porque él, nunca
negó fuego
cuando lloró la
bandera!!
Bastaba que algún
clarín
cacariara por las
sierras,
para que el
monte, o el río,
o el pajonal lo
parieran
vertical de
patriotismo,
u horizontal de
fiereza!
Estuvo... donde
estuvieron
todos los de la
leyenda;
desde aquella
madrugada
que le dio nombre
y estrella,
hasta la última
carga
de la última
revuelta!
Entonces...
Fue su tacuara,
madrugadora de
huellas;
índice de soledad
por las llanuras
inmensas;
esquinero del
silbido
con que alambraba
su ausencia
picaniando un gan
cansancio
con escarcha en
la melena...
Tantas lunas
peregrinas
le blanquearon la
clinera,
que al final,
siendo un patriarca
aon historia y
sin querencia,
más que nunca le
cuadraba
su nombre de
Santos Niebla!
Hasta cortar su
tacuara
p'hacerse un
bastón con ella...
Si aquella caña
sostuvo
todo el honor de
la tierra,
como no le iba a
aguantar
el peso de la
miseria!
Estaba ya, muy
viejito
cuando se vino
pal pueblo.
Vivió, cansando
una changa
rodilluda de
aguatero,
pa dir
manteniendo l'hambre
sin desprestigiar
su invierno...
Jamás pidió una
limosna!
El reumatismo en
los güesos
lo traiba
barranca abajo,
y una estiba de
años muertos
le iba doblando
la espalda
sobre un pozo de
silencio...
Jué entonces, que
oyó mentar
que dan pensión a
los viejos;
"Cómo!... La
Patria no olvida?!"
"¿Es güena?
¡Tiene en el pecho
sentimientos pa
sus hijos?!"
"...Que cosa
linda pa un sueño!!"
En sus ojos, dos
auroras
con rocío
amanecieron!
Jué a reclamar su
pensión,
tembloroso de
contento,
porque, al fin!
llegaba el día
de la justicia!
Por eso, le dijo
al empleao:
"No creaque me
importan mucho los pesos..."
"Me siento
gurí, ¿compriende?"
"...aparte
de ser tan viejo!!"
"Pa mi... no
es cuestión de plata;
lo que vale es el
consuelo!!"
Y entonces, salió
el empleao
con cuestión de
papeléos;
Que cédula, o
credencial,
o partida'e nacimiento...
que había que ser
oriental,
o... gringo
afincao, al menos!
"Pero... yo
soy Santos Niebla;
juí servidor, juí
carrero..."
"Rumbo que
abrí con mi lanza,
a picana lo hice
güeno!!"
"Cómo! Si
soy oriental, me dice?
y con que lo
pruebo?"
Parece que oyó un
clarín
por las fronteras
del tiempo,
porque surgió
vertical
la silueta del
lancero
que siempre llevó
crespón
cuando se
enlutaba el suelo:
"Yo tengo
una credencial
escrita a fierro
en el pecho!!"
- dijo - y rajó
su camisa,
mostrando por
documentos,
seis bárbaros
costurones
que le cribaban
el cuero!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario