miércoles, 5 de junio de 2013

AMELIA REQUENA - NOCHE DE JUERGA

EL SENTIR DE AME....
     
NOCHE DE JUERGA 
Amelia Requena


Todos creían que yo era un gato piola y además muy suertudo. 
Yo también.

Mi vida estaba llena de mimos, caricias, compañía, mucha libertad,

abundante comida y gatitas a  granel.

¿Qué me faltaba?  Nada.  Lo tenía todo. 
Algunos decían que sí: me faltaba sarna para rascarme.
Haciendo uso de esa libertad, una noche me fui de juerga junto con unos gatos callejeros, que se las sabían todas. 
Guiado por ellos, me di un atracón bárbaro con pescado que, para mí, olía muy raro.  Pero, me callé la boca, no iba a empezar a quejarme y a servir de motivo para la cargada de los demás. No fuera a ser que comenzaran a decirme: “que era un gato flojo y maricón, que me faltaba calle”.  Resolví comer y no decir nada.  Para eso era un gato piola. 
Al rato empecé a descomponerme y a sentirme cada vez peor. Entre vómitos y mareos, no sé cómo regresé a casa. Me acosté sobre el almohadón de siempre y tuve un sueño espantoso. 
Soñé que yo era un pobre ratón perseguido a muerte por un gato. Me corría desenfrenadamente. Así cruzamos jardines y calles. De repente, unas luces me cegaron, un golpe me produjo un dolor insoportable, sentí que un líquido caliente y viscoso me empapaba y ahí quedé. Medio muerto o muerto del todo. Lo último que recuerdo es un dolor de panza impresionante, parecía que las tripas se me iban a salir en pedacitos. 
En medio de eso me desperté y comprobé con alegría que todo había sido una pesadilla. Yo seguía siendo el mismo gato de siempre y por sobre todo estaba vivo, bien vivo y dispuesto a seguir disfrutando de los placeres de la vida. 
Eso sí, atracones de pescado podrido, nunca más. 
Seré muy austero, muy frugal en mis comidas. 
Con respecto a la compañía de los gatos vagabundos, creo que deberé seleccionarlos con más esmero.



fuente:
publicado en el libro:
ANTEOJOS NEGROS.
Amelia Requena.
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