jueves, 23 de mayo de 2013

RENE CÓSPITO, MÚSICO

Un día como hoy... 23 de mayo... pero de 1905... nacía
RENE COSPITO.
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UN ENCUENTRO CON RENE COSPITO
entrevista de NESTOR PINSON 

René Cóspito
23 de mayo de 1905 - 11 de marzo de 2000
Seudónimo: Don Goyo
PIANISTA, DIRECTOR, COMPOSITOR 

Fue un sábado, después del mediodía, que tuve la ocurrencia de conocer un restaurante del cual me habían hablado, dejé la avenida Corrientes y doblé al llegar a Talcahuano, allí me topé con el local que se decía, era de Horacio Ferrer y Antonio Carrizo. Pocas mesas estaban ocupadas. Elegí una pasando la mitad del salón.

Después de hacer el pedido, reparé que a un costado de la entrada había un piano que ejecutaba alguien que apenas se veía. Lo reconocí de inmediato, era el mismo de las reuniones en el roof garden del Automóvil Club Argentino, el de la tienda Harrods, el del Hotel Alvear y de tantos otros lugares. Realizaba su rutina de variados ritmos con la misma facilidad con la que se habla con un amigo.


En eso hubo un breve silencio que aproveché para solicitar, en voz alta, “Esponjita”. El pianista hizo una pausa y giró para ubicar la voz. Me sonrió y arrancó con aquel tango suyo perdido en la memoria del mundo pero no en la suya. Después recordé que lo había compuesto en 1932, casi al mismo tiempo que otro titulado “Porota”. Creo que ninguno llegó a grabarse.

Terminada su vuelta se acercó a mi mesa y lo invité a sentarse. Llegó el mozo y pidió un cortado y un “marroquito” (una palabra ya en desuso con la que se designaba un trozo de pan o un pancito pequeño por lo general del día anterior). Habrá advertido algo en mi mirada porque enseguida se obligó a una aclaración, y sonriendo me dijo:

«No crea que estoy pasando hambre, es una costumbre de siempre. Estoy muy bien económicamente. Tengo una jubilación aquí y otra en Norteamérica por mis trabajos en ese país. En Buenos Aires me llaman de todas partes y esto me sirve para mantener la mente y los dedos ágiles.

«Le cuento la historia de “Esponjita”. Yo soy un músico dedicado al jazz, pero he tenido mis momentos tangueros. La orquesta que formamos con Eduardo Armani, fue posiblemente, la de mayor arraigo durante unos cuantos años. Hacíamos un jazz elegante, éramos como Osvaldo Fresedo para el tango. Actuábamos en Harrods a la hora del té. Un día, Armani me comenta que habíamos sido citados al Teatro Casino donde se proyectaba presentar una revista musical con varias figuras y nosotros como uno de los números fuertes. Muy buen dinero; con lo que cobré en tres meses me compré un auto nuevo y me sobró plata.

«Entre los contratados figuraban unas bailarinas del Teatro Colón y entre ellas, dos hermanas muy bonitas hijas de alemanes. Enseguida nos agenciamos una para cada uno, eran muy divertidas, un gusto estar con ellas. La mía tenía una cualidad, cuando después de las funciones nos juntábamos para cenar bebía bastante; antes de comer, durante la comida y el champagne en la sobremesa. Nos llamaba la atención que no la alterara en absoluto, como si hubiera bebido agua. Armani me dijo que parecía una esponja. Me quedó su frase y así titulé un tango que ya tenía compuesto. Todo con el sólo afán de seguir la broma. Y trataba de tocarlo en todas las ocasiones que estábamos reunidos.

«Pero esto no terminó aquí. Armani siguió un tiempo largo con su chica, yo me alejé cuando conocí a la que sería luego mi esposa. Como quince años mas tarde, ya con Perón en la presidencia, fui contratado para una reunión social donde estaría lo más granado del gobierno. Casi hacia el final de la fiesta, se me acercó para felicitarme Raúl Apold, secretario de prensa. Tras sus palabras me presentó con gran entusiasmo a su esposa. Por supuesto, me reencontré con Esponjita a la que saludé seriamente.

«Yo nací con música, mi padre tenía un conservatorio donde también enseñaba, fue primer mandolín de la orquesta del Teatro Colón, mi madre concertista de piano y yo, como tantos pibes que tocaban un instrumento, gané los primeros pesos en los cines de barrio acompañando las películas mudas.

«Una satisfacción fue cuando me escuchó tocar Juan Carlos Cobián -recién había cumplido los 20 años- y nos presentamos varias veces tocando tangos en dúo de pianos. Siempre tuve trabajo y suerte. El norteamericano Don Dean llegó al país en gira, fue un suceso en el Hotel Alvear y luego en otros sitios. Resulta que se enamoró de una argentina y aquí se quedó, sus hijos fueron músicos. Cuando se casó por 1935, abandonó todo y me dejó a mí parte de su orquesta, sus contratos, todo. El cantor era Fernando Torres, yo incorporé más tarde a Eduardo Farrel, ambos de larga trayectoria en el bolero.

«Mis conjuntos siempre compartieron carteleras con los tangueros, recuerdo a Juan D’Arienzo, Miguel Caló, Julio De Caro y todos los demás. Para el sello Victor, como “René Cóspito, su piano y su ritmo”, grabé mucho durante años. Un día, se me presentó un gerente de la Columbia, el señor Taylor, le había gustado mi versatilidad y me preguntó si quería grabar tangos formando un trío, con acompañamiento de guitarra y contrabajo, le aclaré que yo tocaba a la parrilla. Eso lo entusiasmó más. Prepáreme 20 tangos, me dijo, pero debe ser con otro nombre para que no lo asocien, y surgió el seudónimo Don Goyo, me pareció bien y salió el primer larga duración, pero fueron con una yapa. Alguna milonga y, en otros casos, dos tangos enganchados en el mismo espacio del surco. Tuvo éxito y hasta ahora se editaron seis discos y ni me acuerdo la cantidad de títulos».

Tras algunas palabras más -él debía seguir con su trabajo-, nos despedimos y no volví a verlo. Esto fue en 1992 o, quizás, un año más tarde.

Como compositor no fue mayormente requerido, en 1930 Charlo, como estribillista de Francisco Canaro, le grabó un fox trot: “No me fastidies más”. En 1932, aparte de “Porota” y “Esponjita” surgieron “Yuyito”, “Decime la verdad”, “Ada”, “Salvaje”, “Bandido”, “Delirio”. En 1940, “El vals de medianoche”, entre 1969 y 1972 “La desnuda verdad”, “Dicen de vos” y en 1972 “Es un otoño más”, la milonga “En un ranchito de tejas”.

Nació en Buenos Aires en el barrio de Villa Devoto y murió en esta ciudad, manteniendo siempre su don de gente y la humildad que caracterizó su longeva vida..
fuente: TODOTANGO. 
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VALSES CRIOLLOS
            

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