domingo, 26 de mayo de 2013

RECORDAMOS A ELBIO BERNARDEZ JACQUES

26 DE MAYO

1963 - Muere en Buenos Aires, Elbio Bernárdez Jacques, poeta, escritor. Autor de inspiración folklórica y popular, escribió los libros “Donde comienzan los pantanos” (llevado al cine), “La pampa milagrosa”, “El brocal florido”, “Santos Vega” y “Muestrario gaucho”, etc. Tenía 69 años.

EFEMERIDES FOLKLORICAS ARGENTINAS
de JUAN CARLOS FIORILLO.
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Santos Vega, una leyenda

Un payador famoso fue Santos Vega, quien se presume murió alrededor de 1825, transformándose en leyenda. Cuentan que sólo el diablo pudo vencerlo en un contrapunto y lo mató la tristeza, siendo enterrado al pie de un tala en la zona del Tuyú.
El gaucho, tierno en el amor y valeroso en la lucha, dio lugar a un mito de muerte y resurrección que perpetúa su simbolismo a través del tiempo; vencido por un "forastero" que se trasmuta en serpiente, en tanto el fuego con fauces ardientes devora el ombú, bajo cuya fronda tuvo lugar el contrapunto.
Este payador regresa eternamente. Su sombra con la guitarra a la espalda cruza silente la pampa o, imprevistamente, en forma invisible, hacer sonar las cuerdas de una guitarra que no está pulsando su dueño.
No son pocos los escritores que se han interesado por este gaucho legendario. Y a partir de los versos que le dedicara Mitre en 1838, más de medio centenar de escritores se ocuparon del tema; entre ellos, Rafael Obligado, Ascasubi y Elbio Bernárdez Jacques, quien investigó sobre el lugar donde supuestamente se hallaba la tumba, y escribió tres libros interesantísimos al respecto: "Santos Vega", "La tumba de Santos Vega" y "Fisonomías gauchescas".

fuente: EL LITORAL.COM

 
Fisonomías guachescas (fragmentoO
de Elbio Bernárdez Jacques.
 
Cuando apareció el alambrado en los campos argentinos, se dice que el gaucho perdió mucho más que su innata libertad para desplazarse por los confines de la extensión. De acuerdo con Elbio Bernárdez Jacques (Fisonomías Gauchescas), el gauchaje tenía en la pampa “todos los sonidos, todas las vibraciones de la tierra. Rumor de pamperos, relinchos de baguales, aleteos de pájaros, silbido de perdices, toda esa música, en ocasiones elegíaca, en otras ruda y sonora, toma parte en el concierto de su gran armonía”. El autor no quiere imponer al lector lo negativo que resultó para el hombre de campo la aparición del alambrado. Así, nos señala: “Los alambrados, tendidos en cuadro, sobre su dilatada superficie, no han logrado pialar su libertad: sirven también de pentagrama en el concierto armonioso del llano. En sus hilos tirantes, como en una inmensa lira, vibra la música del desierto”.
El gaucho, hasta que la campaña fue encerrada por el alambrado, fue bagual sin jinete y ave con sueños de libertad. Recorrió todos los fogones que, de tanto en tanto, se le presentaban en la oscuridad de la naturaleza, y muy cerca de ellos cantó las realidades de su patria, en todas las guitarreadas habidas y por haber. Y si los gauchos no plantaron ningún árbol en esos terrenos ilimitados, fue porque “la pampa no es una zona arbórea y son pocos los árboles que originariamente arraigan en ella”, señala Bernárdez Jacques. Además, otra realidad se hacía patente. El criollo no iba a colocar frutales o leguminosas sabiendo que, por falta de alguna protección o alambrado, podía llegarse hasta el lugar otra persona que le quitara lo que aquél, con tanto esfuerzo, había plantado y sembrado. Suena lógico, por cierto. La agricultura y la ganadería sistematizadas vinieron más tarde, con la imposición del alambre en el campo: aquí, ya nadie podía robar lo ajeno con tanta facilidad.

fuente: JOVENES REVISINISTAS.ORG

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