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Nota de RICARDO GARCIA BLAYA
publicada en TODOTANGO.COM
La década
del '40 resultó una fábrica interminable de artistas jóvenes, lanzados a
recrear y renovar la música ciudadana. Así, surgen músicos, cantantes,
letristas, compositores y arregladores talentosos, que enlazan las anteriores
generaciones tangueras del '20 y el '30, todavía vigentes como los casos de
Fresedo, Canaro, Firpo, Di Sarli, entre otros, con una muchachada ávida y
entusiasta de la talla de Troilo, Pugliese, D'Agostino, D'Arienzo, Demare,
Maderna y muchos más que resultaría ocioso mencionar en este momento.
Entre ellos, una orquesta: el rubro Francini-Pontier,
comunión mágica de dos extraordinarios músicos, identificados con un estilo
renovador pero, al mismo tiempo, bien milonguero.
En 1939, Enrique Francini como violinista y Armando Pontier
en la fila de bandoneones, integran la orquesta recién formada de Miguel Caló
junto con otros juveniles valores, como Osmar Maderna y Domingo Federico, piano
y primer bandoneón, respectivamente.
Ya anteriormente, ambos muchachos, oriundos de Zarate,
(ciudad ribereña al Río Paraná a 100 km. al norte de Buenos Aires), habían
estado juntos en la orquesta de Juan Ehlert, también de Zárate y responsable de
su traslado a la Capital, para actuar en Radio Prieto en el año 1937.
Los dos músicos fueron creciendo en la orquesta de Caló y
permanecieron en ella seis años de éxitos ininterrumpidos.
En 1945, deciden intentar juntos una nueva etapa conformando
una orquesta que se convertiría en un verdadero icono de la década. Debutan el
1 de septiembre en la inauguración del "Tango Bar", mítico local de
la avenida Corrientes al 1200, entre las calles Libertad y Talcahuano, en pleno
centro de Buenos Aires.
La formación estaba integrada por: Juan José Paz en el piano;
en la fila de bandoneones, Pontier, Ángel Domínguez, Nicolás Paracino y Juan
Salomone; en los violines, Francini, Pedro Sarmiento, Aquiles Aguilar y Mario
Lalli; Rafael del Bagno en el contrabajo y las voces de Raúl Berón y Alberto
Podestá.
Inmediatamente, fueron contratados por Radio El Mundo y el
sello Victor le produce su primera grabación: "Sirva otra copa", de
Arturo Gallucci y José Rótulo, y del otro lado "Margo" de Pontier y
Homero Expósito, los dos con la voz del cantor Alberto Podestá. (disco Victor
60-0877, del 29 de enero de 1946).
A partir de este momento, la consagración y el
reconocimiento de la muchachada porteña, que los seguía con entusiamo en los
bailes del Picadilly y el Ebro Bar.
Argentino Galván se integra haciendo los arreglos y en 1947
los encontramos haciendo furor en el escenario del cabaret Tibidabo, con un
estilo consolidado y un sonido personal e inconfundible.
De común acuerdo y amistosamente, se separan en 1955. Al
respecto, Jorge Palacio nos dice: «No sólo fue una separación amistosa, sino
que resultó beneficiosa para nuestro tango ya que, de esa disolución, nacieron
nuevas e importantes orquestas».
La producción discográfica del rubro Francini-Pontier es de
una calidad exquisita. Grabaron en total 130 temas entre los que se destacan
"Remolino" con la voz de Raúl Berón, una verdadera maravilla;
"Pichuco", instrumental; "Alma de bohemio", con Alberto
Podestá; "Nunca tuvo novio", con Roberto Rufino, a mi gusto, la mejor
versión de esta joya de Bardi y Cadícamo; "Claveles blancos", con
Rufino; "El ciruja", primer grabación de Julio Sosa en Argentina;
"A los amigos", instrumental; "Princesa del fango", con
Sosa: "A la guardia vieja", instrumental; "Olvidao",
también por Sosa; "Por una muñeca", con Roberto Florio: "Tema
otoñal", de Francini, y "Chiqué", ambos instrumentales.
La orquesta Francini-Pontier contó con cantores excelentes,
que además pasaban por su mejor momento, tales los casos de Alberto Podestá,
Raúl Berón, Roberto Rufino y Julio Sosa.
También cantaron otras destacadas voces: Roberto Florio,
Héctor Montes, Pablo Moreno, Mario Lagos y Luis Correa.
fuente: TODOTANGO.
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