lunes, 7 de enero de 2013

JULIO APARICIO, GUITARRISTA 7 de enero

JULIO APARICIO.
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7 de enero de 1898 - 17 de octubre de 1937
Nombre completo: Aparicio, Julio
GUITARRISTA Y CANTOR

Excelente ejecuntante que se forjó en las ruedas criollas del tiempo de oro de la canción porteña, donde inicióse por 1920 más o menos. El canto de aquellos troveros también lo hicieron cantor formando algunos dúos para actuar en numerosos locales como "La Querencia" y "El Parque Goal", ambos de la Avenida de Mayo, una famosa glorieta de Parque Centenario, cafés, cines, etc. Con el rotulado Aparicio—Ricardi fue que obtuvo más popularidad en cuya labor era secundado por un conjunto de bailarines criollos que dirigía la mar de veces su nuera, la experta Juana Bando.
Actuó por radiotelefonía y dejó algún disco grabado.

Cultivó la amistad de los grandes intérpretes, muy en especial la de Carlos Gardel y Agustín Magaldi; precisamente este último le estaba ofreciendo en el teatro "Marconi" un festival a su beneficio por hallarse enfermo, el mismo día que falleció.

En cuanto a Gardel le autografió una fotografía en cuya leyenda dice: "A mi gran amigo Julio Aparicio. Cariñosamente. Carlos Gardel".
Por esa amistad fue que le grabó "No llore viejita" ante el pedido del colega, a quien no podía rehusar.
El dúo Magaldi—Noda, al cual acompañó esporádicamente con su guitarra, le grabó en discos, por 1930, la chilena "Gaucho Fiel".
"Con Olor a Piquillín" es una chacarera suya que se conoció bastante, amén de otras.
Aparicio, nació en Buenos Aires el 7 de enero de 1898 y allí falleció el 17 de octubre de 1937.

Del Greco, Orlando: Carlos Gardel y los autores de sus canciones,
Akian Ediciones, Buenos Aires 1990.

fuente: TODOTANGO.
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NO LLORE VIEJITA
Tango

Música: José Scarpino
Letra: Julio Aparicio

¡Pobre viejecita, que llorando está
por la mala hija que no volverá!...
Huyó de su lado tras un falso amor
y hoy la pobre madre muere de dolor...
Viejecita buena, deja de llorar;
que la que se ha ido ha de retornar...
Por la misma puerta por donde salió
ha de entrar un día a pedirte perdón.

Añora esos días de felicidad,
muy cerca de aquella que nunca vendrá;
cuando la besaba con todo su amor
y la acariciaba con loco fervor.
Y los días pasados en el dulce hogar
junto a la que un día la pudo dejar
sin ver de que al irse tras de aquel querer
destrozó la vida a quien le dio el ser.

Y una triste tarde, muy cansada ya
de esperar en vano la que no vendrá,
cerró aquellos ojos, dejó de llorar,
y al cielo la pobre se fue a descansar...


Y la santa madre, que tanto esperó
la vuelta de aquella que nunca volvió,
en su pobre lecho, antes de morir,
a tan mala hija supo bendecir.



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