sábado, 1 de diciembre de 2012

LOS VELAZQUEZ, RAUL JUNCO

Raúl Junco, folklorista y escritor chaqueño, cuenta cómo compuso el tema "Los Velázquez"  por Isidro y Claudio, y lo canta.
Hay varias escenas de la película "EL ULTIMO SAPUCAY" 

Una historia muy interesante la de este famoso "bandolero" ISIDRO VELAZQUEZ, que para otros es un gran héroe que se levantó contra los atropellos de la policía, y las injusticias que se cometían con los trabajadores en la zona, La Forestal, etc,


                                                                              
   
LOS VELZAQUEZ 
chamamé

Música:  Raúl Junco
Letra: Manuel Vicente Loverde  







Isidro y Claudio

fueron bandidos
que el Chaco entero recordará
para escaparse de la partida
tenían más tretas que el aguará.
Fue por la costa del Guaicurú
donde peleando Claudio cayó
y desde entonces
por los senderos
triste y herido
Isidro huyó.

Y perseguido
dormía en el monte
o entre los nidos de los chajás.
Quizás un día caiga vencido
pero su nombre no morirá.

Por mucho tiempo
nada se supo de sus andanzas
o si murió.
Hasta que un día, para sorpresa
de todo Chaco, reapareció.
Junto con Gauna, Isidro va
roba a los ricos
paga a los pobres
así la gente lo ocultará.

Y perseguido dormía en el monte
o entre los nidos de los chajás.
Lo traicionaron.
Ya lo mataron
pero su nombre no morirá
.................................




Por Pedro Solans

En 1964, y tras la muerte de los bandoleros rurales Claudio Velázquez y Tolentino Vega, los chamameceros Loverde y Junco compusieron un chamamé Los Velázquez que fue prohibido por la dictadura de Juan Carlos Onganía.

1.Con las muertes de  Claudio Velázquez y Tolentino Vega se pretendió tranquilizar a la población en 1964. Sin embargo, los hermanos Velázquez  habían logrado para ese entonces  un incipiente pero arraigado consenso popular.
El músico  Manuel Vicente Loverde  no podía creer lo que generaban los Velázquez en los sectores humildes. Y con un poema bajo el brazo llegó a la casa de su amigo guitarrero Raúl Fernando Junco:
-Compadre, tengo una letra para los Velázquez. Anunció como se anuncian las grandes obras.
-¡Ah, qué lindo! Le contestó Junco qué también compartía el asombro.
-Hay que ponerle música. Agregó Loverde.
Y Junco le puso música.
El tema generó un revuelo entre los chamameceros. Se cantó por primera vez en 1965  en el rancho de Pity Cantero, que era una peña folclórica que funcionaba desde  julio de 1964 y tenía como escenario un cachapé con un cuero de vaca.
La letra se popularizó inmediatamente y los músicos fueron identificados por el chamamé. Los saludaban. ¡Chaú Velázquez!
Eran dos guitarreros que vivían de la música pero se dedicaban a otra cosa para pagar sus cuentas. Junco siempre advirtió que vivían de la música, de la poesía, de sus libros y con lo otro, -el laburo-, pagaban sus gastos.
En 1967 aún no había televisión en el Chaco. Apenas se asomaba tímidamente por un circuito cerrado  en vías a transformarse en un canal abierto.
En Corrientes la situación era distinta. Canal 13 estaba en el aire con un éxito arrollador y dentro de su programación tenía espacios dedicados al Chaco que conducía el periodista Raúl Berneri. Uno se llamaba “el patio de don Tunque” que duraba entre 15 y 20 minutos, y otro,  “Chaco en el 13” donde informaba  las novedades que había en la semana sobre Isidro Velázquez y Vicente Gaúna. Indicaba en un mapa con un puntero los lugares donde habían sido los últimos atracos.
A Berneri se le ocurrió que Junco y Loverde cantasen en vivo por la pantalla chica el chamamé “Los Velázquez.”
Junco aún para contarlo se agarraba la cabeza:”Imagínate. Fuimos los primeros en cantar por televisión en la provincia del Chaco. Nunca habíamos visto un televisor, ni en figurita. Yo tenía 19 años y Manuel 30.
Nos fuimos a canal 13 ché, bue, ¡Había qué ir a Canal 13 carajo. Y nos fuimos para Canal 13 che! Cruzamos en la balsa a Corrientes y  llegamos. Con asombro vimos una cámara de televisión, grandota como una caja de zapatos, luces, qué se yo. Era un galpón donde hacía un calor inaguantable. La chapa del techo estaba cerquita y los reflectores quemaban, y nosotros de traje, transpirábamos y transpirábamos. Bue, cantamos el chamamé. Al finalizar, salimos  a tomar algo y no podíamos creer lo que nos estaba pasando, lo que significaba para nosotros cantar en televisión.
Cuando volvíamos para el Chaco en vaporcito, le digo a Manuel. Che, Manuel, ahora preparate que el pueblo estará esperándonos en el puerto ¿Y sabés qué? Nos van a subir al camión de los bomberos; y nos reíamos a carcajadas. Dejá de embromar, me decía Manuel. Nos reíamos también de lo que soñábamos. Yo era jovencito.
Llegamos a la pesquera y no había nadie. Sólo un patrullero donde dos policías nos llamaban. Y mientras  nos acercábamos, le decía a Manuel, ahí tenés, el patrullero. ¡Nos están esperando carajo!¡Vamos a tener..! ¿Sabés qué? ¡Idolos!
Y uno de los policías preguntó: ¿Manuel Vicente Loverde? Sí, sí, soy yo. Respondió Manuel. ¿Usted es Junco? Sí, le dije. ¡Grandes ya nos pusimos. Inflamos el pecho. Ibamos a la fama!  Suban, vamos a Resistencia, dijo el policía. ¡Qué puta ya no teníamos que pagar colectivo! Y le pregunto ¿Y dónde nos llevan? Y a la Segunda que es la Seccional más cerca. Me contestó como si fuese obvio. ¿Por qué? Porque están detenidos. ¿Qué? Están detenidos. No podíamos creer. Le digo, pero escúcheme ¿Detenidos  por qué? No sé señor, el oficial va a hablar con ustedes, me respondió.
Llegamos a la comisaría y nos atendió el oficial. Muy bien. Todo perfecto. Y nos informó que el Ministerio de Gobierno de la provincia del Chaco inició una causa penal por apología del delito. Era la primera vez que escuchaba eso. No tenés idea lo que dije, pero le dije de todo. Lo putee de arriba abajo. El tipo se me enojó, inclusive, me dijo: ¡Por favor! No se ponga así. Manuel se agarraba la cabeza porque trabajaba y tenía tres  hijas en ese momento. En un momento me dijo, Mirá Pelusa, si vos salís, por favor, hacete cargo de las nenas y mi esposa, porque yo acá seguro que pierdo el laburo. Sí, Pero vamos a ver quién zafa acá. Le dije.
Apología del delito, y nos explicaron. Ustedes han cometido  una apología del crimen, y no decían por qué, qué se yo, qué se le ocurrió al estúpido ese. Y nos hizo la causa. Gracias a Dios, nosotros teníamos un juez, de apellido Costilla, que su mujer trabajaba con mi mamá en la Dirección de Rentas; entonces la señora le dijo a su marido; mirá, sacalo a Junquito por lo menos, que Junquito zafe. Él me sacó a mí al otro día. Y al cuarto día, dictaminó que estábamos libres de culpa y cargo. Sobreseídos totalmente porque no podía haber apología del delito en la letra. No existía. No había. Pero para eso, el Gobierno de facto del coronel Miguel Ángel Basail, a través de un decreto, prohibió que se cante, que se difunda, que se tararee o que se silbe el chamamé en todo el territorio de la provincia. O sea fue el primer chamamé prohibido de la República Argentina. Este estúpido  no sabía que iba a pasar a la historia como un estúpido más de los tantos estúpidos que tuvimos en el país.
La comisaría era una fiesta, teníamos cayos de tanto copiar la letra a mano para los policías. Copiábamos y firmábamos autógrafos y nuestro barrio se había convulsionado. A  los pocos meses ese chamamé fue la gota que colmó el vaso para que ordenen el fusilamiento de Isidro Velázquez. El gobierno militar no aguantó el festejo popular.
Con la censura a cuestas empezó la creatividad popular a tejer algo muy grande alrededor del chamamé que estaba prohibido pero se silbaba. A nosotros, nos saludaban por la calle, ¡Chau Velázquez! ¡Ey Velázquez! ¡Chau Velázquez! y nosotros saludábamos. Era impresionante lo que sucedió.
A los pocos días del fusilamiento de Isidro, la revista Así, publicó dos páginas enormes, con el título “El Chaco canta un chamamé prohibido.”
En enero de 1968 apareció Jorge Cafrune, y nos dijo: miren muchachos, yo le quiero grabar el chamamé. Pero nosotros habíamos quedado que no se grabara, que no íbamos a darle a nadie  porque ya no era nuestro sino del pueblo, de la gente…. Sin embargo, los folcloristas lo cantaban y nos nombraban como autores. Le explicamos a Cafrune y entendió, aceptó, agradeció y se fue.
Después nos visitó Cacho Valles de los Quilla Huasi, con la intención de comprarlo. ¿Muchachos, cuánto vale. Tengo tanto..? Y también le dijimos que no. A raíz de eso Valles compone el último sapucay que grabó Cafrune.
El chamamé de “Los Velázquez” quedó en el recuerdo de mucha gente, pero no quedó grabado.”

2. Un chamamecero santafesino que integraba un conjunto de Villa Ocampo lo cantó en un baile sin saber que estaban Isidro y Vicente. Se rieron con ternura. Isidro había recuperado la inocencia. Se tomaron un cognac y se fueron.
Varios meses después Loverdi recibió una hoja de cuaderno Rivadavia que decía: “Escuché el chamamé. Muchas gracias por el chamamé”, y firmaba Isidro Velázquez.


3. Junco explicó que “el aguará es un zorro que tiene las patas delanteras grandes y las patas traseras chiquitas es  muy hábil, muy mentiroso y muy escurridizo. El aguará es muy difícil de atraparlo salvo por casualidad.
El chajá es un ave que habita en los esteros y más hábil que el tero en descubrir a mucha distancia algo que lo pueda asustar y canta cuando hay alguien cerca de su nido.
Isidro Velázquez tenía la particularidad, según cuenta la leyenda, de dormir en los nidos de los chajás porque éstos cuando veían o percibían la presencia de extraños, cantaban y lo alertaban. Es por eso que era muy difícil encontrarlo porque hasta los animales lo cuidaban.”
Para el poeta cantor, Velázquez quedó en la historia. “Ahora depende del pueblo el cuidado de nuestra historia, esa que no está impresa, esa que no nos pueden mentir, como dice el Martín Fierro, esto no es para mal de nadie y sino para el bien de todos. O sea,  tenemos que ser consecuente con nuestra idiosincrasia, con nuestras creencias, con nuestra fe, con nuestra cultura. La otra que nos queda es el olvido y ahí sí, la muerte, ahí sí, la derrota. Pero está la poesía, están los cantores, están los escritores, están los actores, están los pintores, está el arte.


fuente: LA TRIBUNA 69.com
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