domingo, 11 de noviembre de 2012

ROBERTO ACHAVAL, CANTOR DE TANGOS



Un día como hoy.... 11 de noviembre.... pero de 1930... nacía el cantor
ROBERTO ACHAVAL
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Semblanza de TINO DIEZ, publicada en la página webb TODOTANGO
 Roberto Achaval
CANTOR, VIOLINISTA, BANDONEONISTA, COMPOSITOR

11 de noviembre de 1930 – 27 de junio de 1996
Nombre verdadero: Oscar Aníbal Crudeli
Otros nombres artísticos: Carlos Millán, Alberto Randal
Apodo: Cacho

Paredón, tinta roja en el gris del ayer...», iba cantando a media voz, alegremente, las partituras en una carpeta, rumbo a la clases de canto y modulación. El colectivo que debía esperar no tardaría en llegar y se dedicó a llenarse de esa tarde de sol, que Dios le regalaba, mientras se frotaba el brazo porque sentía cierta molestia. Cuando el colectivo había recorrido unas pocas cuadras, sintió que se descomponía. Momentos después, ingresó en la sala de urgencias de un sanatorio, con escasas probabilidades de sobrevivir y lo peor sucedió. Las autoridades no encontraron documentación que pudiera identificarlo. Transcurrieron las horas y “La Negra”, su mujer, que esperaba el regreso para la mateada que acostumbraban con las facturas que traía Cacho, empezó a preocuparse por la demora. Llamó por teléfono y se enteró que Cacho no había llegado a su clase semanal. Nuevas llamadas, infructuosas, hasta la más terrible, la que nunca se espera. Había muerto.

Hijo de Alejandro y Josefa Scalesi, nació en Ingeniero White, partido de Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires. Estaba casado con Juana Dodero, “La Negra”, con quien tenía dos hijos, Mirta y Leonel.

La vocación del canto le llegó desde pequeño integrando el coro de la iglesia y a los cinco años, impulsado por su padre, comenzó el estudio de violín con su tío Alibeo Crudeli. Con ese instrumento debutó en la orquesta de Aníbal “Melón” Troncoso, con quien se presentó en reuniones bailables tanto en “La Siempre Verde” como en “La Sociedad Italiana”, las salas por excelencia de Ingeniero White.

Aprendió a tocar el bandoneón con Luis Bonnat, Aníbal Vitali y Antonio Ríos. Pero cultivó simultánea y permanentemente su afición por el canto.

Ingresó a la orquesta de Luis “Palito” Bonnat, como violinista, hasta que en 1956, ante la ausencia de uno de los cantores, se animó a reemplazarlo y, desde ese feliz momento, continuó como vocalista dejando paulatinamente el arco y el violín. En 1967, interviene en el Festival de La Falda. Su actuación, que obtuvo el segundo lugar, provocó el enojo de Roberto Goyeneche, quien dijo: «¡Cacho era diez mil veces mejor que el que ganó!».

Con su nombre real se inscribe, a instancias de su representante Roberto Piraneo, en el concurso “Grandes valores del tango”, que se emitía por Canal 9 de televisión. Dadas sus condiciones, obtiene un contrato de tres años y es rebautizado: Roberto Achával (tal vez recordando el personaje interpretado por Pedro Laxat, en la película “Fuera de la ley”, estrenada en 1937). 
Se incorpora al programa “Tropicana Club”, que conducían Chico Novarro y Marty Cosens. Allí obtuvo una aceptación total de la crítica y del público tanto por la prestancia y recia voz, de hondo sentimiento interpretativo, como por su sensibilidad para captar el gusto del pueblo y llegar con un mensaje de amor, siempre sonriéndole a la suerte que no le fue esquiva.

Participó en las formaciones de: Osvaldo Piro, Omar Valente, Baffa y Berlingieri, Osvaldo Tarantino, Roberto Pansera y Panchito Nolé, con quienes dejó registros grabados. También fue acompañado por el piano de Lucio Demare.

Y tiene la especial distinción de ser el último vocalista de Aníbal Troilo, con quien, lamentablemente, nunca grabó. El mismo nos cuenta: «Estaba todo listo para grabar, hasta los temas, “El pescante”, que Troilo nunca había grabado y “Nobleza de arrabal”. 
Después de un mes y pico de haber estrenado la obra “Simplemente Pichuco”, en el Teatro Odeón, Troilo cometió la torpeza de morirse. Así que al Gordo lo pude disfrutar muy poco». 
Esta obra a la que se refiere el cantor, tenía un elenco de importantes figuras: Juan Carlos Palma, Alba Solís, Juan Carlos Copes, Horacio Ferrer y Edmundo Rivero.

Leonel, su hijo, recuerda como empezó su relación con Pichuco. Era muy común que su padre fuera invitado a cantar en la orquesta como invitado, cuando El Gordo advertía su presencia en alguno de los tantos lugares donde tocaba. La primera invitación fue en un boliche, “El Bulín”, que estaba en la calle Ayacucho. Ese local tuvo poca vida pero por allí pasaron muchos artistas del tango. Sigue recordando Leonel, que su padre reflexionaba: «Para mí que el Gordo me estaba probando, pero nunca se me pasó por la cabeza que podría ser su cantor, fue como revivir la historia del “Sueño del pibe”. El cantor que dice que no quiere cantar con Troilo, seguramente miente».

Admiradores comunes de Edmundo Rivero, coincidieron en el Viejo Almacén compartiendo el buen tango, en interminables noches matizadas por amigos, músicos, cantores y poetas que allí se reunían. A la distancia, Leonel se sonríe cuando recuerda el día que Troilo llamó a su papá, y su mamá le dijo que estaba durmiendo la siesta. «¡Qué lío!, cuando se enteró Cacho se puso furioso. Menos mal que el Gordo, con esa inmensa sabiduría que da la calle y la noche, lo volvió a llamar. Cuando comenzaron a ensayar, —continúa Leonel— sin que nadie se enterara, “sotto voce”, Troilo le iba dando pautas para alcanzar mayor realce a la interpretación. Ahí tuvo mi viejo la sensación, mezcla de temor y de deslumbramiento, de haber llegado a los umbrales del conocimiento como cantor de tangos».

Realizó giras que abarcaron varios países: Estados Unidos, donde estuvo radicado más de dos años, Brasil, Colombia, Venezuela, Chile y Uruguay. Paseó su voz y su estampa tanguera por 74 ciudades llegando inclusive a Manaus, en medio del Amazonas con el show “Uma Noite em Buenos Aires”, junto con el Sexteto Mayor y Raúl Lavié.

Además, realizó la cortina musical de la serie televisiva “Malevo”, con el tango “Te llaman Malevo”, una telenovela que estuvo casi cinco años en canal 9 y que protagonizaban Rodolfo Bebán y Gabriela Gilli. Actuó en Chile junto a Roberto Pansera y también, en Uruguay, invitado por el cantor Enrique Dumas, quien conducía un programa en canal 5 de Montevideo.

Cuando la muerte lo vino a buscar, estaba en la plenitud de su carrera, actuando como invitado, en la Orquesta “Juan de Dios Filiberto”, dirigida por Osvaldo Piro en el Teatro Nacional Cervantes, espectáculo que transmitía el Canal 7.

Fue siempre el muchacho amable, el del saludo cordial, el de la eterna sonrisa, la mano extendida y el corazón dispuesto. En el escenario, en el bondi, en la calle, compartiendo una copa o un café, un partido de fútbol, un encuentro de amigos o una reunión social, siempre siguió siendo el pibe bueno que conocimos.

En el curso de un reportaje que le hizo Leonel, en LU2 Radio Bahía Blanca, la incomparable Nelly Omar expresó: «¿Así que usted es el hijo de Roberto Achával? Sinceramente un gran señor; no sólo en el escenario, sino abajo donde es más difícil serlo». 

Su amigo personal Marcelo Guaita, al enterarse de su muerte, filosofó: «Su corazón era un cristal que al fin se rompió».
           

fuente: TODOTANGO.
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