Un día como hoy.... 5 de noviembre.... pero de 1896...
nacía el músico ANSELMO AIETA
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biografía escrita por OSCAR ZUCCHI
publicada en la página webb TODOTANGO.
BANDONEONISTA, COMPOSITOR, DIRECTOR
5 de noviembre de 1896 – 25 de septiembre de 1964
Nombre completo: Anselmo Alfredo Aita
Apodos: Lagaña, El brujo del bandoneón
Seudónimos: Ricardo Aieta y Pepe Soles
Prominente figura de la generación de tanguistas
del período 1910–1925, al producirse hacia esos años el cisma de los estilos
interpretativos del tango, Aieta se constituyó en el más significativo baluarte
que el tradicionalismo opuso a las nuevas formas evolutivas, concebidas y
lideradas por Pedro Maffia y Pedro Laurenz en la ejecución del bandoneón.
Genuino producto
de una época, Aieta tipifica al músico esencialmente intuitivo y autodidacta,
cuyo privilegiado oído musical e innato talento, suplen generosamente sus
falencias académicas.
Como intérprete
resaltó su natural buen gusto, la llamativa facilidad en la improvisación de
sorprendentes e irrepetibles variaciones de sugestiva belleza y ese particular
acento orillero, con innegables reminiscencias del fuelle compadre de su
admirado Eduardo Arolas, que volcaba al tocar sus tangos o aquellas milongas
corraleras que tan bien había conocido.
No obstante, es
al amparo de su imponente obra de compositor donde la llama de su genialidad
cobra mayor lumbre, tanto por lo frondoso de su producción como por ese
derroche de originalidad, belleza y vigor que late en cada una de las melodías
surgidas de su inagotable venero creativo, que lo han ungido como uno de los
máximos rapsodas del pueblo. Fue un pintor de alegrías y tristezas, que cambió
los colores por los sonidos.
Nació en el
barrio de San Telmo y se inició muy joven, a los 10 años, con una antigua
concertola que era de su hermano mayor, Ricardo.
Sus comienzos
profesionales podemos ubicarlos alrededor de 1913. Suele citarse sus
actuaciones en el café “La Buseca” de Avellaneda, donde suplió al bandoneonista
Graciano De Leone, en el terceto típico que completaban, “El Chino” Agustín
Bardi en piano y Ricardo González, “Muchila”, como guitarrista. También, en
alguna ocasión, integró el conjunto de Genaro Espósito.
Conoció, fue
amigo y ferviente admirador de Arolas con quien también tocó. Actuó con los más
importantes músicos de esa década: “El Rata” Rafael Iriarte, Carlos Marcucci,
José Servidio, Luis Bernstein, Rafael Tuegols, Roberto Goyheneche.
En 1919, ingresó
a la orquesta de Francisco Canaro donde permaneció hasta 1923. Por aquella
época es su tango “El huérfano”, el primero de su serie con Francisco García
Jiménez, joven poeta que le fuera presentado por su amigo Tuegols.
Luego de Canaro,
formó su orquesta y desplegó una intensa actividad en cafés, cines y clubes.
Llegó a tener tanta actividad que armó tres o cuatro formaciones que tocaban
simultáneamente.
En 1925, integró
la Orquesta Típica Paramount, que debutó en el cine del mismo nombre, junto a
Alfredo Mazzeo y Juan D’Arienzo (violines), Ángel D’Agostino, primero y Alfonso
Lacueva, después (piano) y José Puglisi (contrabajo).
Por su orquesta
pasaron nombres rutilantes del tango: Luis Moresco, Luis Visca, Nerón
Ferrazzano, Daniel Álvarez, Gabriel Clausi, Jorge Argentino Fernández y las
voces de Carlos Dante y del poeta Armando Tagini.
Se ubica, sin
dudas, entre los más fecundos y jerarquizados compositores del tango, a través
de todas sus épocas.
Desde su página
inaugural: “La primera sin tocar”, allá por el año 1912, se halla presente en
toda su obra el desbordante caudal de su inventiva y el elevado vuelo lírico
que habría de caracterizar a su producción de modo integral, sea en los temas
concebidos para su ejecución puramente orquestal, como en aquellos destinados a
ser cantados, que constituyen la fracción más numerosa de su obra.
Dentro de esta
tesitura se cuenta entre los compositores predilectos de Carlos Gardel, quien
le llevó al disco 16 de sus títulos.
En esta cuerda de
su quehacer artístico, contó con importantes colaboradores, tales como Enrique
Dizeo, Lito Bayardo, Santigo Adamini, Cátulo Castillo, Vicente Planells del
Campo, Francisco Laino, Mario Battistella, Francisco Bastardi, Nolo López, pero
fue con García Jiménez con quien consolidó la más feliz conjunción autoral.
Además de tangos,
compuso valses, pasodobles, zambas, milongas e incluso temas fuera del ejido de
la música típica. Y en todas y cada una de sus composiciones es dable percibir
la fresca fragancia de la espontaneidad con que fueron pergeñadas, esa pronta y
genuina inspiración del los iluminados, que lo consagran como uno de los más
grandes melodistas del género.
Es que Aieta
poseía un innato don de componer con asombrosa facilidad, con un notable repentismo
que queda reflejado en sus propias palabras tomadas por Horacio Ferrer: «Me
levanto todos los días a las 7 de la mañana y, a las 8, ya estoy sacando alguna
cosa en el bandoneón».
Componía
indistintamente en el bandoneón o en el piano que dominaba perfectamente. Como
desconocía la escritura musical, debía recurrir obligadamente a otros músicos
para que llevasen sus creaciones al pentagrama. Muchas de ellas fueron
transcriptas por el notable cantor y músico, Charlo, gran amigo de Aieta, quien
concurría al domicilio de éste, a fin de que le prestara el piano para
componer.
Su momento cumbre
de inspiración fue en el transcurso de la década del veinte y los primeros años
del treinta: “El huérfano” (1921). “Príncipe” (1922), “La mentirosa” (1923),
“Suerte loca” (1925), “Siga el corso”, “Bajo Belgrano” y “Tus besos fueron
míos” (1926), “Carnaval” y “La chiflada” (1927), “Entre sueños”, “Alma en pena”
y “Yo me quiero disfrazar” (1928), “Prisionero”, “Palomita blanca”, “Chau
ingrata”, “Tras cartón”, “Tan grande y tan sonso” y “Qué fenómeno”, (1929),
“Primero campaneala” y “Bajo tierra” (1930), “Ya estamos iguales” (1934).
Con
posterioridad, hubo una suerte de receso en su tarea de compositor hasta los
años ’40, cuando se produjeron dos fulminantes destellos: “Mariposita” (1940) y
“Color de barro” (1941). Además, la vigencia de su repertorio se revitalizó
continuamente, merced a las estupendas versiones de sus temas, a cargo de los
más encumbrados nombres del período: Aníbal Troilo, Osvaldo Fresedo, Alfredo De
Angelis, Miguel Caló, Ricardo Tanturi, Osvaldo Pugliese, Francisco Canaro, Juan
D’Arienzo, etc.
En los ’50 impuso
dos temas: “Estampa tanguera” y “Escolazo” que grabó Edmundo Rivero.
fuente: TODOTANGO.
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