Tita Merello: “Se dice de mí”
Nota de MANUEL ADET
publicada en la página webb
EL LITORAL.COM
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Las
letras de tango parecían estar hechas para que ellas las interpretara.
Es más, parecían biografías suyas. “Se dice de mí”, “Pipistrela”,
“Arrabalera”, “Qué vachaché” producen esa sensación, la sensación de
alguien que nos está contando su vida o dando opiniones muy personales.
No era muy afinada y algunos aseguran que era absolutamente desafinada.
Se dice que Gardel cuando la escuchó cantar se llevó las manos a la
cabeza, como dando a entender que era un desastre. Ello no impidió que
luego fueran amigos y compartieran noches y copas.
Era desafinada, pero los maestros de canto hicieron
lo que pudieron y cuando regresó a las grabaciones en la década del
cincuenta algo había mejorado, algo, lo bastante como para transformarse
en una de las cancionistas más reconocidas y respetadas de su tiempo.
Los que la quisieron dijeron que era la Edith Piaf de San Telmo. Otros
la compararon con Ana Magnano, Bette Davis y Marlene Dietricht. Puede
que hayan exagerado un poco, pero no mucho. De todos modos, ella siempre
se jactó de ser ella misma. No imitó a nadie y nadie la pudo imitar
después, salvo en algunas comedias donde Jorge Luz y Osvaldo Pacheco se
divertían remedando sus modos.
A principios de los años sesenta, sus programas de
radio dando consejos a las mujeres se hicieron célebres por esa
combinación de sabiduría y sentimentalismo cursi. Fue su marca en el
orillo. Podía decir los lugares comunes más vulgares y frívolos, pero en
medio de esa retórica, de pronto, surgía alguna frase reveladora, una
opinión, una sentencia y con esas “pequeñas gotitas” de sabiduría
salvaba la ropa.
Le dice a una periodista que le pregunta sobre el
maquillaje. “Yo sé que si me maquillara, me adornara el peinado y me
vistiera con el último modelo, parecería mejor... pero ocurre una cosa,
tengo miedo de que me sorprenda la lluvia en la calle y me borre la
cara”.
Contesta a otro periodista: “Lo único que me importa es haber
tenido una conducta en la vida. Me gusta el hombre de palabra. Antes, el
hombre daba un cheque y si no tenía fondos se suicidaba. Hoy, el que se
suicida es el que recibe el cheque”.
En los famosos “Sábados circulares” de Pipo Mancera,
aparecía en el último tramo del programa y cantaba y daba sus habituales
consejos iniciados con el clásico “Muchacha”, dicho con su
inconfundible tono de voz.
Escribía en revistas de mujeres y salía al
aire en programas livianos. Esto ocurrió en sus últimos años. Era un
personaje y se comportaba como un personaje.
Decía trivialidades y
sensiblerías, pero las decía bien. Además -insisto- a la vuelta de
cualquier frase aparecían esos destellos de sabiduría, de esa sabiduría
que sólo se aprende en la calle, viviendo y sufriendo, luchando y
conociendo las victorias y las derrotas, que sorprendían por lo
inesperadas.
Sus perros “Corbata” y “Moño” se hicieron famosos. La
gente la paraba en la calle y le pedía autógrafos. Se esforzaba por ser
amable, pero no era lo que mejor le salía. Una tarde un señor le dice:
“¡Pero qué chiquita es usted!”. La respuesta fue instantánea: “Soy más
chiquita que la puta que te parió”.
Las actuaciones en el cine, el
teatro y los espectáculos públicos le permitieron un buen pasar. Ganó
mucha plata, pero nunca fue rica. “Además, yo he ayudado a todos los que
me lo pidieron; eso lo pueden confirmar los que han necesitado de mí.Yo
he dado mucho, nunca pretendí ser la más rica del cementerio”.
Su religiosidad en esos años se hizo más intensa y
muchas veces cuando hablaba no se sabía si lo hacía por cuenta propia o
estaba interpretando a la Madre María. Creía en Dios, rezaba y no tenía
vergüenza en decirlo. Tita en realidad nunca se avergonzó de nada. Ni de
lo que hizo bien ni de lo que hizo mal.
“Soy insolente de nacimiento y
temperamento. Y con capacidad para sostener una insolencia. No recuerdo
si tuve una infancia precoz. Lo que sé es que fue muy breve. La infancia
de los pobres siempre es más corta que la del rico. Era una niña pobre,
triste y, además, fea. Presentí que iba a seguir siéndolo siempre.
Después descubrí que no hacía falta ser bonita. Bastaba con parecerlo”.
Tita Merello nació en 1904 y murió en el 2002. Vivió
casi cien años. Los últimos fueron algo lamentables, pero su experiencia
de vida estaba más allá de la cronología. Como se dice en estos casos:
Tita tuvo noche y calle. No hacía falta que lo dijera, se le notaba.
Bastaba con oírla hablar, verla caminar o hacer algún gesto para saber
que a personajes como las de “Arrabalera” o “La morocha” los conocía
íntimamente, no se los habían contado.
Aprendió a leer a los veinte años. A esa edad, ya
había visto y había conocido todo lo que se puede conocer en una vida
marcada por las necesidades y el sufrimiento.
“Yo conocí el hambre. Yo
sé lo que es el miedo y la vergüenza”.
Nunca tuvo reparos en decir que era la hija de una
planchadora y un cochero. Jamás renegó de su origen. “Tuve muchos
defectos, pero nunca, nunca cambié mi casillero. Yo nací donde nací.
Nací de gente pobre, muy humilde y ahí me quedé. Yo no fui a un
conservatorio, no pisé un colegio y no lo pisé porque no me mandaron.
Nunca se lo reproché a mi madre. No soy de los hijos que cuestionan a
los padres. Y mi casillero estuvo siempre del lado de los más, y los más
son los que laburan”.
Tampoco se avergonzó de decir que en los años malos
hizo la calle, es decir, que trabajó de prostituta. Una noche en un
programa de televisión le preguntaron si había cantado en un cabaret. Su
respuesta hizo reír y sonrojar. “Yo en el cabaret no cantaba, contaba”.
Contaba fichas que le daban los clientes que atendía en la barra o en
algún reservado, claro está.
Ni la calle, ni la noche habrían alcanzado si al
mismo tiempo no hubiera tenido talento. Fue una gran artista, una gran
artista en el cine y el tablado.
Filmó la primera película sonora del
cine argentino. Se llamaba “Tango”. Después filmó con Romero, Demare,
Hugo del Carril y Carrera, entre otros.
Trabajó con Jorge Salcedo,
Arturo García Buhr, Alfredo Alcón... Algunas de sus películas están
incorporadas definitivamente a la historia del cine nacional: “Mercado
de Abasto”, “Filomena Marturano”, “Los isleros”, “Para vestir santos”,
“La morocha”, “Los evadidos”. Dos obras de teatro la consagraron.
“Filomena Marturano” y “Hombres de mi vida”.
En el teatro, en el cine, en la revista, en la feria y
el circo, donde también actuó en épocas duras, el tango fue siempre lo
suyo. Era tanguera para hablar, para caminar, para reírse y para llorar.
Cantó con las orquestas de Francisco Canaro, Héctor Varela, Carlos
Fígari y Mariano Mores. El maestro Osvaldo Pugliese le dedicó el tango
“Para Tita”. Algo parecido hizo Cacho Castaña.
Recibió honores y
reconocimientos públicos antes de morir. Plazas, establecimientos
públicos, fueron bautizados con su nombre. Los agradeció, pero se notaba
que no les importaban demasiado.
Los amigos dijeron que era una Discépolo en versión
femenina. No sé si la calificación le gustó y si le hubiera agradado a
Discépolo. Lo que se sabe es que con Tania nunca se llevó bien, como
tampoco tuvo buenas relaciones con Libertad Lamarque ni con su
competidora en las revistas, Olinda Bozán.
“Se dice de mí” escrito por
Ivo Pelay es su tango más famoso y el último que graba con más de
ochenta años con Nacha Guevara.
Ella, de todos modos, admitió que hubo
dos tangos que fueron importantes en su vida. Uno es “Hotel Victoria” de
Carlos Pesce y Feliciano Latasa.
El otro se llama “Llamarada pasional”.
Está muy bien interpretado. La letra es de ella y la música de
Stamponi. El poema es un homenaje a su gran amor, al hombre más
importante de su vida, un dato a tener en cuenta en una mujer que nunca
negó que en su vida hubo muchos hombres. Se trataba de Luis Sandrini,
con el que tuvo una relación apasionada durante más de seis años, “hasta
que tuve que dar un paso atrás”. La responsable de ese paso al costado
fue Malvina Pastorino. De todos modos, nunca negó ese amor y lo dijo a
su manera: “En mi vida tuve un solo amor que llevo en la cartera... que
es una manera de llevarlo en el alma”.
fuente:
Nota de Manuel Adet
publicada en la página webb EL LITORAL.COM
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