nacía el poeta CARLOS BAHR...!!!!
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Biografía de GASPAR ASTARITA,
publicada en la página webb TODOTANGO.
Originalmente publicado en "Tango y Lunfardo" Nº
108, Chivilcoy,
16 de agosto de 1995. Director: Gaspar J. Astarita.
LETRISTA Y POETA
15 de octubre de 1902 - 23 de julio de 1984
Nombre completo: Carlos Andrés Bahr
Seudónimos: Alfa, Luke, J y C.
Carlos Bahr: Amor y tango
Tango que habla de recuerdos,
gris amigo de añoranzas;
tango grave a cuya voz
se estremece el corazón
y se aviva la nostalgia.
(Carlos Bahr, Otro tango)gris amigo de añoranzas;
tango grave a cuya voz
se estremece el corazón
y se aviva la nostalgia.
El prolífico aporte que ha hecho a la literatura del tango
Carlos Bahr a través de letras de tan valioso y variado contenido, hacen que su
nombre se constituya en una cita obligada en la difusión del género.
Tantas obras de impecable elaboración, realizadas con ideas claras y pulcritud literaria -en la mayoría de las cuales logró la exacta aleación entre arte y artesanía-, reactualizan permanentemente su nombre porque toda esa producción fue incluída en los repertorios de todos los conjuntos orquestales que llegaron al registro discográfico.
Es más, casi todos los títulos que hemos extractado en la selección que acompaña este trabajo fueron grabados por varias agrupaciones a la vez, a las que se sumaron muchos intérpretes solistas.
Y por esa simple y a la vez poderosa razón, la divulgación actual del tango -al tener que echar mano de esa caudalosa discografía- debe apoyarse indefectiblemente en el nombre de Carlos Bahr para el anuncio de muchísimos títulos. Su recuerdo, entonces, es obligado y permanente.
Tantas obras de impecable elaboración, realizadas con ideas claras y pulcritud literaria -en la mayoría de las cuales logró la exacta aleación entre arte y artesanía-, reactualizan permanentemente su nombre porque toda esa producción fue incluída en los repertorios de todos los conjuntos orquestales que llegaron al registro discográfico.
Es más, casi todos los títulos que hemos extractado en la selección que acompaña este trabajo fueron grabados por varias agrupaciones a la vez, a las que se sumaron muchos intérpretes solistas.
Y por esa simple y a la vez poderosa razón, la divulgación actual del tango -al tener que echar mano de esa caudalosa discografía- debe apoyarse indefectiblemente en el nombre de Carlos Bahr para el anuncio de muchísimos títulos. Su recuerdo, entonces, es obligado y permanente.
Sin embargo, poco se sabe de este autor que llegó a la
poesía del tango por su prematura inclinación a la literatura, que, en los
comienzos, derivó hacia el cancionero nativo, para después ser ganado por la
música ciudadana.
Sin estudios secundarios, su formación fue la del clásico autodidacta que en la lectura -efectuada desde chico sin orden y sin una adecuada orientación- fue encontrando igual los medios que su natural inteligencia estaba aguardando, hasta redondeara algunos conocimientos básicos para pulir su lenguaje, enriquecer su intelecto y estimular su vocación literaria .
Ésta se había manifestado siendo muy jovencito, escribiendo algunos cuentos que no lograron interesar a nadie.
Pero en su barrio -la Boca- había adquirido cierta aureola de joven intelectual y, junto a aquellos cuentos que nadie leía, quedaron además un montón de coplas que interpretaban las comparsas barriales en las fiestas de carnaval, versos que también el tiempo habría de cubrir de olvido.
Éste debe haber sido el primer antecedente de su arrimo a la canción, que comenzó a afirmarse con algunos títulos a partir de 1936, para consolidarse en la famosa década del 40, a cuya plenitud y dignidad literaria contribuyó con el peso de su obra, que estuvo sustentada por una acentuada delicadeza expresiva, sencilla y directa, nutrida de imágenes y metáforas de genuino cuño popular.
Sin estudios secundarios, su formación fue la del clásico autodidacta que en la lectura -efectuada desde chico sin orden y sin una adecuada orientación- fue encontrando igual los medios que su natural inteligencia estaba aguardando, hasta redondeara algunos conocimientos básicos para pulir su lenguaje, enriquecer su intelecto y estimular su vocación literaria .
Ésta se había manifestado siendo muy jovencito, escribiendo algunos cuentos que no lograron interesar a nadie.
Pero en su barrio -la Boca- había adquirido cierta aureola de joven intelectual y, junto a aquellos cuentos que nadie leía, quedaron además un montón de coplas que interpretaban las comparsas barriales en las fiestas de carnaval, versos que también el tiempo habría de cubrir de olvido.
Éste debe haber sido el primer antecedente de su arrimo a la canción, que comenzó a afirmarse con algunos títulos a partir de 1936, para consolidarse en la famosa década del 40, a cuya plenitud y dignidad literaria contribuyó con el peso de su obra, que estuvo sustentada por una acentuada delicadeza expresiva, sencilla y directa, nutrida de imágenes y metáforas de genuino cuño popular.
Además, la diversidad temática fue notoria en Carlos Bahr, y
aún más manifiesta por la fecundidad de su obra.
Pero sus asuntos predilectos fueron el amor y el tango
mismo, a los que reflejó y recreó en distintas composiciones y con diferentes
tratamientos, nunca alejados del vuelo romántico y todos llenos de sabor y
autenticidad ciudadanos.
Alternó con todos los directores y compositores importantes
de esa época, y vibró con ellos en igual sintonía espiritual, con el tango y
con la ciudad de Buenos Aires, cuando ambos, tango y ciudad, fueron cronistas y
testigos a la vez de una excepcional instancia del país («¡la Argentina era una
fiesta!»). Todo a través de una concreta voluntad de superación estética
encaminada a la jerarquización de los repertorios. A la cabeza de esa cruzada
renovadora estaban entonces Homero Manzi, Homero Expósito, José María Contursi.
Y aunque Carlos Bahr no estableció como ellos un estilo definido, su
gravitación dentro del género y de esa generación fue incuestionable.
Carlos Andrés Bahr nació en Buenos Aires, en la calle
Almirante Brown, pleno barrio de la Boca, en inmediaciones de la vieja cancha
de River Plate (club de fútbol). Fueron sus padres don Augusto Bahr (alemán
oriundo de Hamburgo) y Colette Dierken (francesa). Antes de Carlos Andrés,
habían nacido dos hermanos, Guillermo y Emma.
El padre, marino, era propietario de un barco ballenero, y
cuando se desencadenó la primera guerra mundial, en 1914, partió para Europa
con su nave para ponerse al servicio de su patria. La partida fue lo último que
se supo del marino. Supuestamente habría llegado a Hamburgo, pero ahí se perdió
todo rastro. Su nieto, Carlos Alberto Bahr, ha realizado innumerables gestiones
a través de la Cancillería y otros organismos, pero sin resultado positivo.
¿Torpedearon el barco? ¿Fue aceptado en la Armada Alemana? ¿Qué fue lo que
ocurrió con este hombre y su nave? Un misterio que quedó en la familia y al
cual ésta sigue procurándole una respuesta.
Este suceso resintió la economía hogareña, y los Bahr se
mudaron a Bernal (suburbio de la ciudad de Buenos Aires). Carlos concluyó los
estudios primarios y luego fue ganado por la calle.
Desempeñó algunas ocupaciones ocasionales; incluso estuvo en
la escuela de máquinas de la Marina de Guerra. Pero la bohemia, la lectura y la
literatura lo atraparon temprano. Dejó la casa y se aventuró en la calle,
viviendo como podía y en donde podía, sin domicilio fijo, escribiendo siempre.
Periodismo, teatro, poesía especialmente, pero sin ningún resultado
trascendente. Y así, desordenadamente, fue formándose.
Leía con voracidad todo cuanto llegaba a sus manos y logró,
con tenacidad de autodidacta, alcanzar un importante nivel intelectual (por su
cuenta logró dominar tres idiomas: alemán, francés e italiano). De esa época de
bohemia y juventud es la siguiente quijotada: cuando comenzó la guerra civil
española, decidió irse a España para luchar en favor de la República. Llegó
hasta Montevideo (República Oriental del Uruguay), donde pensaba embarcarse,
pero no logró pasar la revisación médica, pues le detectaron una afección
pulmonar y fue enviado de vuela a su patria.
Después de este regreso es cuando comienza su firme
orientación hacia la canción popular. Es a mediados de la década del 30, y al
llegar el año 1940 se inscribe en la lista de los más destacados letristas del
tango que jerarquizaron su literatura. Es también en ese tiempo que su vida
comienza a ordenarse.
En Radio Porteña conoce a la cancionista Lina Ferro,
vinculación que luego se extiende a un trato más asiduo en la Academia PAADI,
de sus amigos Luis Rubistein y Fidel Pintos, donde Lina Ferro estudiaba. Al
final, pese a la diferencia de edad -ella era bastante menor que él-,
terminaron enamorándose. Se casaron en l942 y se fueron a vivir al barrio de
Almagro, en Medrano y Corrientes; más tarde se establecieron definitivamente en
Pringles y Corrientes. De ese matrimonio nacieron dos hijos Carlos Alberto e
Inés Maria.
Y una inexplicable contradicción. Pese a haber sido Carlos
Bahr autor de una enorme producción, con un alto porcentaje de gran difusión y
popularidad, no obtuvo de SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores)
nunca una retribución acorde con la importancia, en calidad y cantidad de esa
obra. Para atender las necesidades de su familia tuvo que ayudarse siempre con
otras actividades. Como también estuvo familiarizado con la entomología,
fabricó y vendió personalmente cuadros con mariposas disecadas, comercializó
porcelanas y otras cosas, en fin, permanentemente tuvo que ayudarse con
ingenio, habilidad y perseverancia para vivir con decoro.
Posiblemente, el haberse ocupado con mejor disposición del
destino de su trabajo, y acomodado un poco sus exigencias a la burocracia y a
la política las cuales ha estado sometida siempre la gran institución
recaudadora, le hubiesen reportado una mejor defensa por parte de ésta de sus
intereses autorales. Pero este tipo de gestiones para Carlos Bahr -un hombre
con estrictas normas de ética y de conducta- significaban, desde su óptica, una
especie de renunciamiento a esos códigos. Y siguió produciendo y
"quedándose en casa".
Así fueron pasando los años, adaptado a la austeridad que le
imponía una modesta jubilación y a las magras liquidaciones de SADAIC. Pero
exteriorizando siempre la dignidad que caracterizó todos los actos de su vida.
Su vocación literaria, ya manifiesta cuando tanteaba otras
disciplinas para las que no encontró el campo apropiado, lo fue arrimando
paulatinamente hacia la canción popular. Con un bandoneonista de su barrio,
Alfonso Gagliano, se inició con sus dos primeros títulos "Cartas
viejas" (vals) y el tango "Algo bueno". Esto ocurría por 1934 o
1935. Un año después, su vinculación con otro bandoneonista Roberto Garza (José
García López), le hizo tomar más confianza y seguridad. Con él compuso su
primer éxito, el tango "Fracaso", que llevó al disco Mercedes Simone
el 21 de abril de 1936 («Llevao por un ansia que quiere ser muerte / castigo
mis noches con vago ademán, / y fallan mis manos que buscan perderte / porque
en cada impulso te vuelvo a encontrar»).
Este acercamiento a Roberto Garza –entonces integrante del
conjunto que secundaba a Mercedes Simone- fue el peldaño donde pisó fuerte
Carlos Bahr en sus primeros intentos. A "Fracaso" le siguió otro
tango, "Maldición", siempre en yunta con Garza, del cual "La
Negra" Simone dejó un buen registro el 1 de septiembre de 1936. Hasta que
en l938 Carlos Bahr obtuvo el primer premio en un concurso de milongas
organizado por SADAIC, con una obra compuesta con el bandoneonista José Mastro
(José Mastropietro), titulada "Milonga compadre", que llevó al disco
Pedro Laurenz el 12 de mayo de 1938, con la voz de Juan Carlos Casas («Me largó
un candombero,/ me agarró un mayoral,/ y entre blancos y negros/ aprendí a
milonguear»).
Cuando arranca la famosa década del 40 comienzan también los
títulos consagratorios de Carlos Bahr. Uno tal vez, en el pique de esa primera
hornada, podría ser "Desconsuelo", un tango con música de Héctor
María Artola, bandoneonista y director al cual estaría asociado en muchos
éxitos, "Tango y copas" y "Marcas", entre otros. Su
producción más exitosa fue con el pianista Manuel Sucher: "En carne
propia", "Prohibido", "Precio", "Muriéndome de
amor", "Nada más que un corazón" y el bellísimo "Dónde
estás". Seguirá toda la década produciendo impactos a granel, conectado
con los más importantes compositores y muy cerca de los músicos de las más
importantes orquestas, junto a los cuales irá produciendo sus trabajos más
trascendentes. De todas esas vinculaciones la más estrecha posiblemente haya
sido la que mantuvo con el grupo de Miguel Caló, con cuyos integrantes alcanzó
no pocos sucesos: "Mañana iré temprano", "Pecado", "El
mismo dolor", "Canción inolvidable" (Francini); "Cada día
te extraño más", "Corazón no le hagas caso", "Cuando talla
un bandoneón" (Pontier); "Caricias perdidas" (Stamponi);
"Valsecito", "Con la misma moneda" (Caló); "De
vuelta", "Estás conmigo", "Como una de tantas"
(Lázzari); "Gracias" (Elías Randal); "Sin comprender",
"Siempre", "Quise ser un Dios" (Nijensohn); "Cosas del
amor" (Domingo Federico).
De ese acercamiento a la orquesta de Miguel Caló -entre
otros tantos éxitos que se dieron a conocer a través del conjunto y en ese
tiempo- quedó uno como modelo de lo que es un tango canción. Me estoy
refiriendo a "Mañana iré temprano", cuya música pertenece a Enrique
Mario Fancini. Esta hermosa melodía del entonces primer violín de la orquesta
de Caló, tan sentida, tan pulcra, tan dolida podríamos decir, encontró el
tratamiento literario en Carlos Bahr que su bellísima profundidad reclamaba. La
sugerencia de esas notas era de tristeza y no podía recibir el aporte de una
historia que no respirara el mismo clima. La obra, tan estupendamente
concebida, llegó al disco el 10 de agosto de 1943, y contribuyeron a su
exaltación otros dos factores. Primero, el admirable arreglo instrumental de
Osmar Maderna, con amplio lucimiento de los tres instrumentos básicos de la
orquesta de Caló: bandoneón (Armando Pontier), violín (E. M. Francini) y piano
(Osmar Maderna). Y segundo, la magnífica interpretación vocal de Raúl Iriarte,
que dio con el énfasis justo para expresar esa historia. Nada de desbordes
dramáticos ni de acentuaciones lloronas, tentación a la que podrían haberlo
inducido los versos. Sin embargo, la angustia y la aflicción del protagonista
fueron expuestas únicamente por intermedio de la voz.
Esa versión de "Mañana iré temprano" fue, es y
seguirá siendo un clásico de nuestra música popular. Existe, además de la
versión de Julio Sosa, otra importante grabación de esta composición a cargo de
la orquesta de Osvaldo Fresedo, con la voz de Oscar Serpa.
Originalmente publicado en "Tango y Lunfardo" Nº
108, Chivilcoy, 16 de agosto de 1995. Director: Gaspar J. Astarita.
fuente: TODOTANGO.
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Letras de Carlos Bahr
Amarga sospecha (Tango)
Amigos no (Tango)
Amor y tango (Tango)
Amor y vals (Vals)
Aquí he venido a cantar (Tango)
Avergonzado (Tango)
Bebiendo contigo (Tango)
Cada día te extraño más (Tango)
Carga (Tango)
Caricias perdidas (Vals)
Chivilcoy (Tango)
Como en un cuento (Vals)
Con el dedo en el gatillo (Tango)
Corazón, no le hagas caso! (Tango)
Cosas del amor (Tango)
Cuando nos señalen por la calle (Tango)
Cuando talla un bandoneón (Tango)
Cuentas viejas (Tango)
Cuidame a mi madre (Tango)
Dame mi libertad (Tango)
De vuelta (Vals)
Desconsuelo (Tango)
Doble castigo (Tango)
Dónde estás (Tango)
El mismo dolor (Vals)
En cada puerto un amor (Tango)
En carne propia (Tango)
En el pescante (Milonga)
Equipaje (Tango)
Estás conmigo (Tango)
Ganzúa (Milonga)
Gracias (Tango)
Hoguera (Tango)
Hoy me vas a escuchar (Tango)
Humillación (Tango)
Jamás me olvidarás (Tango)
La canción inolvidable (Tango)
La sonrisa de mamá (Vals)
La Tigra (Tango)
Maldición (Tango)
Mañana iré temprano (Tango)
Marcas (Tango)
Me están sobrando las penas (Tango)
Mi cruz de pecador (Tango)
Mientras tú no llegas (Tango)
Motivo de vals (Vals)
Motivo sentimental (Tango)
Muriéndome de amor (Tango)
Nada más que un corazón (Tango)
Necesito tu cariño (Tango)
No estamos solos (Tango)
No te apures, Carablanca (Tango)
Noche de locura (Tango)
Noches de Santiago (Bolero)
Noches largas (Tango)
Nosotros dos (Tango)
Pecado (Bolero)
Precio (Tango)
Prohibido (Tango)
Seis días (Tango)
Sencillo y compadre (Tango)
Sepeñoporipitapa (Tango)
Si no me engaña el corazón (Tango)
Siempre tú en mi corazón (Vals)
Soledad, la de Barracas (Tango)
Sosiego en la noche (Tango)
Soy como soy (Milonga)
Tango y copas (Otro tango) (Tango)
Tanto (Tango)
Te necesito tanto (Tango)
Tomá estas monedas (Tango)
Una copa más (Tango)
Una y mil noches (Tango)
Y suma y sigue (Tango)
fuente: TODOTANGO.
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