miércoles, 18 de julio de 2012

COPLAS DEL PAYADOR PERSEGUIDO (3) - ATAHUALPA YUPANQUI

COPLAS DEL PAYADOR PERSEGUIDO (Milonga)

Letra y Música: don ATAHUALPA YUPANQUI

PARTE 3

En el trance de elegir, que mire el hombre pa´dentro,
Ande se hacen los encuentros de pensares y sentires,
Después que tire ande tire, con la conciencia por centro.

Hay diferentes montones, unos grandes y otros chicos,
Si va pal montón del rico el pobre que piensa poco,
Detrás de los equivócos se vienen los perjudícos.

Yo vengo de muy abajo y muy arriba no estoy,
al pobre mi canto doy así lo paso contento,
porque estoy en mi elemento y ahí valgo por lo que soy.

Si alguna vuelta he cantao ante panzudos patrones,
he picaneao las razones profundas del pobrerío.
Yo no traiciono a los míos por palmas ni patacones.

Aunque canto en todo rumbo tengo un rumbo preferido.
Siempre canté estremecido las penas del paisanaje,
la explotación y el ultraje de mis hermanos queridos.

Pa que cambiaran las cosas busqué rumbo y me perdí;
al tiempo, cuenta me dí y agarré por buen camino.
¡Antes que nada, argentino; y a mi bandera seguí...

Yo soy del norte y del sur, del llano y del litoral,
Y nadie lo tome a mal si hay mil gramos en el kilo,
Ande quiera estoy tranquilo, pero ensillao soy bagual!

El cantor debe ser libre pa´desarrollar su cencia,
Sin buscar la conveniencia ni alistarse con padrinos,
De esos oscuros caminos yo ya tengo la experiencia.

Yo canto, por ser antiguos, cantos que ya son eternos,
Y hasta parecen modernos por lo que en ellos vichamos,
Con el canto nos tapamos para entibiar los inviernos.

Yo no canto a los tiranos ni por orden del patrón.
El pillo y el trapalón que se arreglen por su lado
con payadores comprados y cantores de salón.

Por la fuerza de mi canto conozco celda y penal.
Con fiereza sin igual más de una vez fui golpiao,
y al calabozo tirao como tarro al basural.

Se puede matar a un hombre. Pueden su rostro manchar,
su guitarra chamuscar. ¡Pero el ideal de la vida,
esa es leñita prendida que naide ha de apagar!

Los malos se van alzando todo lo que hallan por ahí,
Como granitos de máiz siembran los peores ejemplos,
Y se viene abajo el templo de la decencia del país.

Detrás del ruido del oro van los maulas como hacienda,
No hay flojo que no se venda por una sucia moneda,
Mas siempre en mi tierra queda, gauchaje que la defienda.

Cantor que cante a los pobres ni muerto se ha de callar
pues ande vaya a parar el canto de ese cristiano
no ha de faltar el paisano que lo haga resucitar.

El estanciero presume de gauchismo y arrogancia.
El cree que es extravagancia que su peón viva mejor.
Mas, no sabe ese señor que por su peón tiene estancia.

Aquel que tenga sus reales hace muy bien en cuidarlos;
pero si quiere aumentarlos que a la ley no se haga el sordo.
Que en todo puchero gordo los choclos se vuelven marlos.

Una vuelta, sin trabajo, andaba por Tucumán,
y en una fonda, ande van cantores de madrugada,
me acerqué pa la payada que siempre ha sido mi afán.

Aunque extrañando la monta me le apilé a un instrumento,
Y al cabo de algún momento le dí puerta a una baguala,
Con una coplita rala de esas que llevan los vientos.

Tal vez fuera la guitarra, tan lindo como sonaba,
Mi corazón remontaba tristezas de los caminos,
Y lo maldije al destino que tantas penas me daba.

Un hombre se me acercó, y me dijo:¿Qué hace acá?,
Viaje pa´la gran ciudad que allá lo van a entender´
Ahí tendrá, fama, placer y plata pa´regalar.

¡Para que lo habré escuchao!, Si era la voz de mandinga,
Buenos Aires, ciudad gringa, me tuvo muy apretao,
Tuitos se me hacían a un lao como culo a la jeringa!

Y eso que no vine pobre pues traiba alpargatas nuevas,
Las viejas, pa´cuando llueva en la alforja las metí,
Un pantalón color gris y un saco tirando a leva.

Saltando de radio en radio, anduve, figúrese!
Cuatro meses me pasé en partidas malogradas,
Nadie aseguraba nada y sin plata me quedé.

Vendí mis lindas alforjas, mi guitarra…¡la vendí!
En mi pobreza, ¡ ay de mí!, me hubiera gustao guardarla,
Tanto me ha costao comprarla pero en fin…¡ todo perdí ¡

Vihuela donde andarás…que manos te están tocando,
Noches enteras pensando, siquiera como consuelo,
Que sea un canto de este suelo lo que te estén arrancando.

Parte 3


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